Descorazona escuchar como nos la meten doblada cada vez que hacen algo para el común de los mortales. Yo pensaba, yo creía, que el dinero efectivo representaban fichas de Monopoly para jugar con la familia, los fines de semana, que aparecen fríos y lluviosos. Pero mi sorpresa es que es más de todo eso. Es una manera de manipulación social hacia un fin globalista de sumisión de la masa. Es una farsa, es un engaño por el que todo el mundo está dispuesto a dejarse la vida, la saludo y el gozo con los amigos o conocidos. Pero es que es ahí donde está el tic de la cuestión. Ya estamos avisados de que en la Tierra todo se compra y vende. Todo hay que pagarlo. Y el que lo roba... lo pagará otro él. La maquinaria del sacrificio no se para si quieres vivir con... o como... el resto de la ciudadanía.
Esto lo sabemos todos los mortales o vivientes y, sin embargo, se nos olvida muy a menudo por la rapidez en que el mundo pasa a nuestro lado. Recorremos la senda de vida como almas perdidas. Buscándonos fuera como si estuviéramos jugando al escondite. Después todo es demasiado tarde y, más aún, si intentan jodernos una parte con alguna pandemia como el Covid-19. O con la gripe aviar o la gripe porcina o cualquier otra variante de la misma cepa. Hay que preguntarse ¿qué leches les debemos a estos hijos de mala madre? ¿Acaso no son paridos de igual manera que el resto, carajo? ¿Cómo consentimos que gentuza gobiernes nuestros bienes -de mierda- conseguidos a base de sudor y lágrimas? ¿Es que no tenemos cojones para tirarles de sus escaños <<justificantes>> de desmanes y saqueos?
De verdad que tiene que ser el fin de los tiempos... el fin del mundo... lo que sea que nos viene en estos días de desbarajuste social, económico y político. Es verdad que no augura nada bueno...; pero tampoco es para que la gente, enseguida, pase a formar parte de ese grupo de agoreros, pregona-catástrofes y amores buenistas a todo el mundo. Me asquean estos agoreros porque dan síntoma de engreimiento filosófico y pilares de sostén celestial. Por si éramos pocos y parió la abuela.
Lo único que nos puede salvar de este lío del demonio no es ni más ni menos que la continuación del sistema económico social estable.
No supeditar todo movimiento con un valor determinado para uso de otra persona o entidad. La libertad de movimiento y ser. El derecho de amparo, bajo una ley justa, para todos los ciudadanos del mundo.
Todo lo demás es retorcer el cuello de la gallina como si no pudiera correr con el cuello retorcido.
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