creo que todos hemos tenido alguna vez la duda del valor o tasación de la proporción del conocimiento. Es decir, tenemos como intelectuales a aquellos que han aprendido de otros... que a su vez han aprendido de otros... y así consecutivamente hasta nuestros días.
Pero valoremos
Si en su momento el primero tuvo una idea equivocada del cosmos, por ejemplo, esa idea equivocada ha recorrido mundos y mentes para provocar un volcán. Y, aún, no hemos sido capaces de encontrar el principio de verdad de ese cosmos...
¿Por qué?
Porque hemos confiado en aquel primero que se tuvo por veraz, por mantener la idea hasta dar con otro que la multiplicó.
En el mundo se van ideando cosas que las tenemos super valoradas porque desconocemos el lado negativo de esa cosa. Así, creemos, que los agujeros negros existen porque Hawking le dio por decirlo por boca de otros estudiosos que pensaron que tenían que haber agujeros negros -que no blancos- porque los mecanismos de medición de las distancias y sombras, así nos lo dicen. Pero..., ¿qué pensaría otro que tuviera otro sofisticado artilugio que apareciera ahora, después de tantos años de haber sido elaborado?
Son las primeras informaciones las que han hecho del mundo un pensamiento único con ánimo de idiotizarse. De esta forma hay gente que va hablando por la calle por el móvil: sin darse cuenta que antaño se le tenía por loco. Otros aferrados al ordenador parten el mayor tiempo de su vida en el aparato y desprecian la vida al aire libre. Otros nos hablan del tiempo de millones de años y no sabemos en qué año estamos en realidad: entre el calendario juliano y el calendario gregoriano. Y no hablemos del calendario azteca o el chino.
No sabemos nada, de nada.
Vivimos, sí; respiramos, también... Y, ¿el resto?
Carl Sagan nos enseñó un mundo dibujado donde el hombre podría encontrarse con sus antepasados. Con un Constructor, de por medio, y murió sin poder haber verificado el contenido de sus conferencias.
Es verdad que hay un universo con sus medidas y dimensiones...; pero también es verdad que, en el planeta, estamos capacitados para distorsionar esa realidad. Este es, por desgracia, el mundo de ilusión que vivimos y, al que, algunos llaman maya.
Me remito a Sherlock Holmes, (Conan Doyle):
(Algunos hechos hay que suprimirlos o, al menos, hay que mantener un cierto sentido de la proporción al tratarlos. La proporción del razonamiento analítico, de los efectos a las causas.)
Aún, así, no deja de ser una patraña mental creer, que, por una cosa que podamos dar por bien realizada, ¿no llevaría implícita una obra mejor?
La vida es una obra de ingeniería... con escaso valor de apreciación.
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