pero a Iglesias le rechinan los dientes cada vez que mira a su pareja de baile popular, el señor Sánchez. No está tranquilo con el consorcio socialista. Presiente que hay algo que se le escapa y que puede estar tramando el PSOE con su estrategia de camarada político. Hay cosas que se dicen y quedan encerradas en una parte oscura del alma hasta que se oye una trompeta o se vislumbra un atisbo de luz que no debería ni sonar, ni verse ahí. Como vicepresidente ha solicitado a Sánchez que Irene Montero esté -también-, en la directiva socialista. Si empujaran a Iglesias del tren de la dicha, una vez conseguidos resultados con Cataluña y País Vasco, al menos, quede enganchada al sujetamos, la consorte del chaval.
Esto me hace pensar en los matrimonios que hacen -separación de bienes- antes de la boda. Está muy bien que se arreglen cosillas para después no tener que lamentar... Pero es que la cosa es esa...: que se lamentan los novios antes de casarse. Hombre, mucho amor no veo yo en la relación. Está claro que se están diciendo que tienen serias dudas en que su vida matrimonial vaya a durar hasta la muerte católica.
¿No me digáis que no hay un símil en la boda Sánchez-Iglesias?
¿Qué les ha durado el amor? Lo que dura hasta la firma, o, hasta la primera foto de la celebración. La foto ha sido hecha, así como la confirmación firmada.
Aún así, pienso, que los Iglesias-Sánchez, no van a consumar la noche de boda por motivos -no religiosos-, sino políticos. Desavenencias políticas que no llegan a confirmar la estable relación que nos quieren demostrar. Hay una misiva a las huestes socialistas y comunistas y golpistas, de que se sigue la senda marcada por todos ellos, los traidores, a violentar la unidad de España.
¿Qué podemos sacar de ese matrimonio homosexual?
Nada. Por tanto debe ser argumento suficiente para saber que su línea de conducta sobre los detractores es notoria, perentoria y suma. De ahí el comportamiento viral de violencia y de reto a las Estancias Superiores del Estado. Sin miramiento ni descalabro. Se pasean por todo el litoral haciendo de su capa un sayo, y sin que nadie les pare por la fuerza de la Ley y el Orden.
¿Qué hacen los reyes, en la Habana, en un régimen dictatorial, cubano?
Ponerse a cubierto. Negar de que hay problemas en España. Asumir la república y sus consecuencias. ¿Qué pueden estar haciendo si no?
O sea;
que tiene en España el régimen dictatorial catalán que le quiere defenestrar a la más mínima de los descuidos...; y se van a Cuba a, ¿qué?, carajo.
No me extrañaría que la jefa de la manada real se haya emparentado y encamado con otro que haya encontrado por ahí. Es normal dado el carácter bobalicón con que asume su papel el Jefe del Estado español. Poco a poco se está pareciendo más a su padre a la hora de hablar y de comportarse. Se está convirtiendo en otro Campechano. Y, ya, con la experiencia que tenemos del padre... no conviene ser demasiado parecido a él y en sus campechanadas. Hummm, no sé si vas a salir bien librado de esta. La reina tiene su lugar en la política nada más pasarse al bando republicano: al que no le hace ningún asco. También podríais negociar una monarquía republicana y seguir siendo igual, pero con otros jefes.
¿Qué hacen los reyes, en la Habana, en un régimen dictatorial, cubano?
Ponerse a cubierto. Negar de que hay problemas en España. Asumir la república y sus consecuencias. ¿Qué pueden estar haciendo si no?
O sea;
que tiene en España el régimen dictatorial catalán que le quiere defenestrar a la más mínima de los descuidos...; y se van a Cuba a, ¿qué?, carajo.
No me extrañaría que la jefa de la manada real se haya emparentado y encamado con otro que haya encontrado por ahí. Es normal dado el carácter bobalicón con que asume su papel el Jefe del Estado español. Poco a poco se está pareciendo más a su padre a la hora de hablar y de comportarse. Se está convirtiendo en otro Campechano. Y, ya, con la experiencia que tenemos del padre... no conviene ser demasiado parecido a él y en sus campechanadas. Hummm, no sé si vas a salir bien librado de esta. La reina tiene su lugar en la política nada más pasarse al bando republicano: al que no le hace ningún asco. También podríais negociar una monarquía republicana y seguir siendo igual, pero con otros jefes.
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