Estoy más agitado que una polla en luna de miel, o, que la espera de votos en Eurovisión. Y eso que sabíamos que siempre quedábamos los segundos por la cola. Solo ganó Massiel, con su La La La y porque, presuntamente, se pagó a la Organización, para que así fuera. Tampoco vayamos a pensar que solo nosotros chantajeábamos a la Organización. Por lo que llegamos a la conclusión de que la Organización era o representaba, a una ONG, con ánimo de lucro. Cuando escribo esto no se si existirá ese concurso amañado...; en el caso de que siguiera mostrando sus fantásticas dotes de engaño: convendría en enterrarlo en el olvido, o no participar, de ese invento del demonio. ¡Cuántas veces hemos visto que ha ganado el peor...; por haber soltado más pasta! Creo recordar que fue Israel quien gano en cierto año y menudo pestiño de canción. Cuando un concurso está votado a nivel patriótico como político..., nos lleva a pensar que el final tiene que ser así, sí o sí. De todas maneras... dentro de la misma forma... Massiel estuvo viviendo del La La La, toda su vida posterior. Un poco como las amantes del Abdicado. Creo que, del Abdicado, quien sacó mejor beneficio fue la princesa Corinna, que no era princesa ni nada. Debieron ponerle ese nombre, de guerra, para diferenciarla cuando se la cepillaban -en ese mundo cruel- como es la prostitución. Con razón que la feminazis estén en contra de la prostitución... Pero de la prostitución de 20 euros la mamada. De la prostitución de señoritas de compañía de potentados VIP, esas no. Esas que cobraran de 100.000 a 300.000 pesetas, por salida, a que presumiera Don Tocabilletes, entre sus amiguetes. Estas sí entraban dentro de las trabajadoras regladas en el convenio estatal, con los sindicatos. Por cierto, muy visitadas por los sindicalistas para ver si estaban en regla con los pagos con el sindicato. Al margen, de que, estos sindicalistas, probaran la mercancía y cargaran los gastos a las arcas del Estado; sobre todo al Estado socialista. Nunca estuvo la prostitución mejor reglada que cuando las visitaban los socialistas y les llevaban regalitos de lencería fina, pero que muy fina. Los socialistas sindicalistas son muy puntillosos en eso de un trabajo bien hecho.
¡Puto pundonor, de los cojones!
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