Si Sergio Ramos hubiera sido un ciclista, un alpinista, un matao de otro club -de lo que sea- se hubieran cebado con él, sin duda alguna. Sin embargo, el fútbol es otra cosa. El fútbol mueve prostitución, mueve dopaje (no olvidemos que médico ha sido culpable de doping a sus muchachos), mueve gente de todas las áreas sociales y mueve idiotas de todas las áreas sociales, y un mogollón de pasta que se cobra y que se debe... Diferencias que se pierden.
Todo un negocio.
Y como negocio que es el fútbol: se amañan partidos, se amañan apuestas, la amañan débitos a Hacienda, se justifican compras y con ellas: lavado de pasta.
¿Quién da más?
Hay en el fútbol individuos que han alcanzado la empatía suficiente para que cualquier cosa que hagan, está bien vista y justificada. No existen en el mundo lugares y empresas donde se consigan mejores resultados que en la Iglesia y en el fútbol. Todo está bien y los jugadores: dioses. El Dios Maradona... por ejemplo. Un individuo borracho, dopador-dopado, drogata, putero y todo lo que se quiera decir de él y, resulta...: que es Dios. Es evidente que la persona que quiere ser persona y se manifiesta como tal...: no tiene cabida en esta sociedad.
Tal ha sido el revuelo levantado por el dopaje de Ramos que han estado 24 horas levantando voluntades de todo tipo, para que Ramos salga invicto... ¡Salve Sergio Ramos!
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