lunes, 12 de noviembre de 2018

ahora el que grito soy yo

Desde que se fue mi amigo Puigdemont no hay un solo momento de agrio padecer en mi interior. Y toda vía más se agrava cuando veo que en las redes sociales se está, meticulosamente, introduciendo datos contra su adorable persona y personalidad. El que esté con el etarra no significa nada, es simple ética, es por educación. No sabéis hasta qué punto le es intolerable la permanencia en Bélgica, paraíso de mafiosos, filibusteros, atraca viejas, y gente de mal vivir. No, no le gusta su destierro dentro de esa pequeña casa de 5.000 euros al mes, y 500 metros cuadrados; que hay veces que se confunde de habitación, de aseo, de pasillo y Dios sabe cuantas cosas más esta padeciendo este pobre hombre. Ajeno, sí, a todo aquello que están diciendo de él, sin estar en su piel. 
¡Qué fácil es hablar mal de una persona como Puigdemont y como Junqueras! Ambos, pilares cojos y flojos, de una casa en ruinas. Pero eso sí... de sangre real y de belleza sin igual a Alain Delon. Son clavados a éste, aunque la gente no lo vea por culpa de la envidia. La envidia es muy mala y corroe los sentidos y la próstata. (Lo digo para que los hombres tengan cuidado de envidiar a semejantes personajes.) Las mujeres pueden, les perjudica más la sal de la vida. 
En fin,
no tengo más que decir de estos grandes hijos de la gran chingada. 
Una deshonra para unos padres, para una Comunidad y para un País. Pero que se va a hacer cuando el nivel de intelectualidad política está a la altura del de Iglesias. (En este caso voy a cuidarme de insultar a Sánchez. No se lo merece.)


Sinceramente me llena de orgullo y satisfacción, no encontrarme en la piel de alguno de los dos. Un imbécil y un asesino, hacen buena imagen, pero no buenas migas. Llegado el día, uno de los dos denunciará al otro, o el otro matará al uno. Es para lo que están viviendo. No tienen otro modus operandi en su vida. Necesitan que les den cancha y les alimenten el ego. Ego moribundo y sujeto a las cloacas de la Iglesia. Con este demonio no se puede ir jugando. El demonio de la Iglesia padece de lo mismo que ellos, necesita alimentarse de diario para poder subsistir y para ello necesita de los placeres banales que encuentra en la curia y en sus amistades. Si son asesinos mejor, que mejor. Ese efluvio que emana de un asesino, es manjar de Inferno; y Otegi rezuma malas vibraciones hasta en el mismo averno. 
Ahora que leo lo que he estado escribiendo, me doy cuenta que estoy más cerca de la grey que de mi amigo Puigdemont. Pues espero que le jodan un montón. A Otegi le deseo lo mismo que tuvo que desearle quien murió en sus manos o en los de su misma calaña o ralea. No soy quien para poner o quitar...: eso solo le incumbe al asesinado.

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