viernes, 20 de noviembre de 2020

todos lo hemos visto

 No he parado de reírme desde que he visto un vídeo donde describe exactamente qué son y representan los muchachos que ha traído la nueva tropa política. 
Rufián ha hablado claro y ha dejado por sentado que van a haber cambios en España, y ya se están manifestando ante nuestros ojos, lo que sucede es que pasan desapercibidos para los ciudadanos. Pasan desapercibidos determinadas poses y actos que les vemos hacer con total normalidad, ante las cámaras, en vivo y directo, aunque muy normales no lo son.
Hemos visto la caída de ojos que tiene Sánchez cuando Abascal se dirige a él, aún, para sacarle de sus casillas. Él solo lo mira y deja caer la carita con cierto aire angelical o de mujer maltratada. También hemos visto a Iglesias morrearse con otros dentro del hemiciclo y no nos ha llamado la atención... Ahora es cuando viene la parte interesante de lo que he visto en ese vídeo: 
Sánchez sería el efebo (el adolescente para los juegos amorosos entre el maestro y el alumno que se practicaba en Grecia) de Soros. 
Iglesias sería el juguetito de Zapatero 
Casado, sería el culito aplicado de Aznar. 
Todo un mundo de Eros, 
entre los ministros presentes y pasados. 
Qué curiosa relación de héroes y villanos que termina en camas redondas después de haberse calentado, erotizado, en el hemiciclo, con el látigo del insulto.
Lámame guarra, llámame loca, llámame puta... ¡Uf, como me pones ladrón!
Por lo que equiparamos El Congreso, su hemiciclo, como el edificio o sauna donde se daban esos achuchones en tiempo de griegos y romanos. 
¡¿Qué guarros?!

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