miércoles, 4 de noviembre de 2020

digamos No al encierro

de nuevo..., porque nos dimos cuenta que encerrarnos no supone dejar de contagiarnos, sino de posponer la enfermedad; como pasó al principio de año.
Hubo otro síntoma que debemos tomar como referente: salimos a la calle cargados con más kilos por centímetro cuadrado, que teníamos. Habíamos dado mucho más de si, la piel de nuestro entorno. Por lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros.
Ese síntoma de abultamiento corporal es el principio de saber que no todo lo que reluce es oro. Ya nos lo están diciendo, con boca pequeña, eso sí, y no les estamos poniendo oído al asunto. La actuación de la gente fue de haber pasado una guerra mundial. El acto de acaparar alimento de las grandes superficies, fue brutal. Y eso vino muy bien a los cosechadores y recolectores de todo tipo de alimento. Sin embargo, debemos saber, que el campo no tiene la capacidad de dar alimento, como de Dios hacer milagros. Hasta al propio cosechador o recolector le debe dar miedo el que cada dos por tres le pidan más y más para rellenar las estanterías de los mercados y supermercados. 
A este paso la fruta no llegará a la venta. La verdura le pasará un tanto de lo mismo y los únicos que pasarán calamidades serán los animales que tendrán que dar su vida para llenar la barriga de los pacientes y sufridores de pandemias. 
Fue lo primero que se terminó: la carne en las neveras. 
Pero imaginemos que nos llevamos montones de carne a nuestra nevera y se nos va la luz porque así lo decidan aquellos que saben, por el modo de llevarse la carne, que ésta se encuentra en neveras particulares... (Como el dinero en los bancos...: si no está en el banco lo debe tener la gente escondido...); esa es la simbiosis del estar y dónde. 
Y la luz se va y nos quedamos sin alimento por haberse podrido. Y entonces entras en trance y  pavor, y decides quitarle lo que tenga el vecino... Pensarás que hay que ser solidario con los demás cuando tú no lo fuiste al llevarte todo lo  que caía en tus manos, del super... 
Mala cosa es lo que vamos a pasar estando reclutados en casa y recluidos en las ciudades. 
En fin, amigos,
mi intención es que sepáis que todo puede pasar por haber sido ideado, con tiempo, por otros que no nos quieren bien y tienen el poder de hacérnoslo pasar mal.

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