lunes, 19 de febrero de 2018

la creencia...

de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Lo único mejor era la cantidad de trabajo que había por todos los sitios. Y, el hombre, trabajando, se siente bien.
¿Los dineros?
-Bueno... Forman parte de su dicha pero... le interesa más que nada: sentirse útil. Y, entendemos por "útil", un lugar donde ir todos los días y... en muchos casos...: hasta en fiestas de guardar.
Bien
con ello y una buena mujer, los dineros se multiplicaban dentro del ahorro continuo y se llegaba a adquirir una vivienda propia. 
¿Muchos años?
-Muchos años. ¡Pero se conseguía...!, como se conseguía tener hijos y darles estudios.
También había quienes se repartían el hambre a partes iguales.
¿En qué hemos cambiado de ayer a hoy?
En nada.
Vemos gente en busca de empleo por cada esquina de las ciudades. Los contratistas van por las aceras tomando nota de los que irán al tajo, mientras que, otros, ese día no tendrán salario. 
Estos trapicheos son viejos.
Los patronos o capataces montados en buenos caballos,se acercaban a las plazas de los pueblos en busca de braceros y con el dedo, señalaban al que ese día comía, del que no. Pero, aún así, estos contratados pasaban por la medida de aceptabilidad: su boca debía llegar a la altura de las botas, relajadas en los estribos. Una forma de acaudillamiento de poder impío, para que supieran quien mandaba en la plantación.
Hoy, los empresarios, se permiten el lujo de hacer lo mismo. Pero por teléfono. Ya no hay têt a têt. Hoy no pasas por la oficina para que te conozcan: mandas currículum vitae. Tampoco pasas por la oficina si te despiden: te mandan un burofax. Si quieres cobrar...: tienes que denunciar. 
Y, ojo, ¡disponible las 24 horas! Cuando te suene el teléfono, tienes que estar dispuesto a salir corriendo para satisfacer la medida de la altura de la suela en el estribo de la montura del caballo.
¿Dónde está el cambio? 
Los explotadores son los mismos. Solo cambia el animal, que es de hierro...: también de casta.
En fin, no sé... Tal vez sí hayan cambiado las cosas con la tele, la Internet, los móviles... Pero lo que sigue intacto es la esclavitud a través de la competitividad entre iguales.

No hay comentarios: