Fiesta pagana o de brujas o aquellarres, donde el fuego, el sexo, el botellón y las drogas al montón o mogollón, se ha visto enturbiado por la agresión a un individuo, con botella en mano. Total, no ha faltado nada. Un desarramiento de sangre en invocación a los espíritus del bajo astral.Y así, de esta manera, son ejemplos las corridas de toros; en el lanzado de la cabra del campanario; del desmenbramiento o arrancada de la cabeza de un pato u oca u otro similar: atándoles del cuello un cordel del que jalan los jóvenes, al lanzarse al agua, agarrándoles de las patas; o, como en este caso, acoplándole dos antorchas en los cuernos a los toros por la calle. Aberrantes
espectáculos-tortura, donde la sangre es el
premio para mentes psicópatas, ansiosas de ver sufrir hasta la muerte
animales
inocentes, elegidos para ser masacrados con dardos, lanzas, palos,
rejones o ser
lanzados al mar, sus cuernos quemados con yesca en plena noche hasta
volverse
locos de tanto terror, mientras los mozos se corren de gusto disfrutando
con la mortificación, con el dolor de seres nobles, que han venido a la
tierra para vivir
con dignidad, para ser felices, pasar los escasos años que dura la vida
disfrutando de la magia de haber nacido.
miércoles, 24 de junio de 2015
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