Más de cien efectivos de la Unidad Militar de Emergencias continúan peinando el pasillo del nuevo domicilio de Rouco Varela desde que el cardenal denunciara, hace ya una semana, la desaparición de su robot aspirador. “He rezado mucho para que ese pobre diablo apareciera en alguna de las seis habitaciones, o en cualquiera de los cuatro cuartos de baño pero parece que Dios tiene ganas de tocarme los huevos ”, ha confesado Rouco.
La UME podría desplazar hoy mismo catorce camiones anfibios al living-kitchen de la vivienda, una cocina formada por veintisiete islas independientes que apenas disponen de un servicio semanal de ferry para viajar entre ellas. “La putada es si al roomba de los cojones le ha dado por meterse en el dormitorio de Rouco”, aseguran los cartógrafos. “Ahí me niego a meter a mis hombres”, ha sentenciado el teniente coronel que dirige las operaciones.
Rouco ha anunciado que aprovechará la repercusión mediática de este suceso para condenar enérgicamente los desahucios desde la terraza de su ático. “Quería hacer la condena desde el saloncito pequeño de la biblioteca pero lo tengo hecho un desastre, lleno de plegarias y reflexiones acerca de los desheredados de este mundo”, se ha justificado el cardenal.