jueves, 14 de junio de 2018

Franco no está

pero la represión, el dominio, la injusticia, el asesinato y el asedio a ciertos periodistas, continúan existiendo. 
¿La Ley del más fuerte?
No. 
Siempre es la ley del más cobarde, del más asesino, la mafia PPSOE.
Esa mafia que se compadrea con todos los estamentos sociales, políticos, empresariales y culturales. La misma dictadura que camina bajo palio, como el difamado criminal Franco.
A día de hoy, existen determinados periodistas que van a tener que coger la maleta y fugarse de España por culpa de decir verdades con nombres y apellidos. Sin embargo es mejor acuciar al denunciante que perseguir a los corruptos, chorizos, sinvergüenzas, macarras, pedófilos, hija que mata a su padre, padres que matan a hijas...
Esta es la sociedad en la que estamos inmersos personas decentes y pacíficas. Creo que es hora de coger la misma dinámica de esos indeseables por considerar estar mas seguros que siendo un ciudadano normal.
¡Qué tenga que abandonar España un periodista de investigación por haber dado con la gallina de los huevos podridos!... Me parece de una indecencia del estilo mafioso. Y eso solo lo consienten dirigentes de la estirpe de Mariano (PP) y de la esfinge de Pedro (PSOE)
Ya no estamos hablando de que personas del País Vasco abandonen sus casas y se trasladen a otras periferias, si no que estos tienen que abandonar el país para afincarse al otro lado del charco por motivos de delincuencia política mafiosa. 
¡SE TRATA DE QUITAR DE ENMEDIO AL DIVULGADOR DE LA VERDAD!
¿En qué tipo de sociedad nos están metiendo todos estos hijos de la gran puta?
En la sociedad de Putin, Maduro, Colombia, Cuba... Países comunistas. 
¿La de todo para todos? 
¿La de los sindicatos?
¿La de los asesinatos por políticos y empresarios?
¿La de mirar para otra parte porque las muertes machistas son distintas de las muertes a la carta?
¡Bah, cojones!
¡Basta de convertirnos en dóciles ovejas del pastor eclesiástico, cuando ellos se asesinan entre sí por ocupar su puesto! Alguien se lo pregunte a Juan Pablo I; o, se lo pregunten a Botín.
¡Qué asco de gentuza!

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