martes, 6 de noviembre de 2012

ese techado de virtudes

que iba a ser el PP para la buena marcha del país en las elecciones, se ha convertido en zorro y de esa guisa comerse las gallinas del corral dejando el gallinero más limpio que toga de monja.
En Valencia, empiezan a hacer huelga las farmacias cerrando sus puertas porque el PP valenciano no les paga lo que les debe.
Ante tamaña vileza, los jubilados empiezan a recopilar fármacos como si de un supermercado se tratara, y guardarlos en casa ante los malos tiempos que nos vienen encima.  
Esto ya no es un corralito, es un corralón en el que nos están metiendo a modo de campo de concentración y nos dejamos enchiquerar sin poner resistencia.
Es hora que miremos nuestro hombligo y nos sintamos tan culpables como los politicos a quienes elevamos a los altares una vez cada cuatro años, para echarles las culpas de las que son de todos. Es verdad que ellos proponen una cosa y hacen la contraria pero, ante esas situaciones la del pueblo debería ser la de corrector. Si en las urnas utilizan a la gente para ser nominados a santos, el pueblo tiene la potestad de quitarles el aro de la cabeza y mandarles a sus santos sepulcros.
Lo que el pueblo no haga en tiempos malos, en tiempos de bonanza lo hace menos y por eso les damos pie a que se nos lleven hasta los calzoncillos aún llevándolos puestos. Estos son chorizos de guante blanco, esos a los que cogiéndoles con las manos en la masa dicen: "yo no he sido", y continuan saliendo en los medios como aquel primerizo de teatro que temiendo  la platea piensa en que los demás están desnudos, es decir son de su misma condición.
¡Hasta dónde les lejaremos hacernos? Cuanto más pase más padeceremos.


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