salen de la cárcel dando a entender que no se han dejado humillar.
Lo que no sabemos de esa concepción de humillar a qué se debe si a la influencia policial, a los barrotes, a los demás presos, a los momentos X en las duchas. No lo sabemos. Nos han dejado con la miel en los labios y la incógnita tras la oreja. Lo importante para el resto de ciudadanos es que habéis estado presos, como presidiarios, como reos de golpe de Estado. Eso es lo que nos interesa a los españoles. Es evidente que tenéis que decir algo para aplacaros el ego catalán; que sin duda es distinto al ego del resto de españoles. Y, como veis, ese ego vuestro -ahora- vuela bajo, cual grajo, en invierno del carajo. Vuelo bajo coste de 100.000 euracos.
Pues eso, al carajo con vuestro ego y vuestra infantil pataleta de niños malos con ansias de apropiación indebida de comunidad española. Al enemigo que huye, puente de plata. Y, vosotros, como Puigdemont y demás huidos con él, sois escoria y, como escoria, hemos de trataros. Desde la Peste Negra no había habido un comportamiento inhumano como habéis tenido vosotros con los hijos de los catalanes: parapetaros detrás de ellos para evitar la andanada de palos que necesitabais para enmendar vuestros ardores uterinos. Y, encima, echáis las culpas a los demás de vuestros desmanes desharrapados y despreciables. ¡Menudos políticos de mierda! ¡Y que estéis dirigiendo una Comunidad con esos comportamientos y veleidades, me ultraja los sentidos intelectuales! Pero reconozco y reitero, que sois algo anormal en la escala de valores. Es verdad y repito que, vosotros y los etarras, sois los últimos de Filipinas. Y, como dice el refrán: cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Deseo pasar veros camino del penal, mientras mis barbas se calientan en el lagar.
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