la ex de Sumar, Yolanda Díaz, ha vuelto a hacer de las suyas, propias, según el psoe. La han dejado sola a ella y sus chistes de jueces. Pues no se la ocurre otra idiotez a sumar a sus ya locas ocurrencias, que decir que los jueces no cumplen porque no dan parte de sus actos. Lo que parece ser que nadie le ha dicho que los actos de los jueces está reseñado en los pliegos de las decisiones tomadas en sus juicios. El juez preside la mesa durante un juicio y conforme a la ley, (que no de motus proprio), toma las decisiones derivadas de las pruebas presentadas... etc.
Lo que no entiendo es que una individua como Yolanda que no teniendo licenciatura de nada (aunque ella diga que es abogada) esté de ministra de Trabajo.
Esto es como ponerle una bala a una pistola y dársela a un niño para que juegue. Lo normal es que el niño lo primero que haga sea mirar por el ojo del cañón y, luego, disparar.
Pues esto es lo que tenemos en España de ministra de Trabajo. Una individua con menos mente que ese niño de la pistola a la que han dado un Ministerio con el que va disparando a todo empresario que no sea de la condición socialcomunista. Y que se vayan preparando los empresarios de emisoras de radio que no comulguen con el cobarde de Sánchez, porque se lo van a hacer pasar canutas. Así lo están comunicando, por las ondas, los periodistas de esRadio. Que mucho piensan sean los primeros en ser atacados por las hordas enemigas. Y, máxime, cuando se están convirtiendo en un emisora con más oyentes del resto. Casi nivelándose con RTVE: Nido de cuervos del partido dirigente. Los pelotas de siempre. Los de la chaqueta con doble vuelta.
El caso es que hace cuarenta años que Guerra tuvo una premonición, sobre España, y nos dejó caer que: <<a España no la iba a conocer ni la madre que la parió, cuando el socialismo saliera del gobierno.>>
Y mira tú por donde ahora se está dado el caso más escandaloso desde la mordida de los ERE en Andalucía, por Chaves y Griñán. Detrás de un escándalo otro y otro y otro.
En fin;
estamos en España y aquí todo el mundo nos quiere porque tenemos más chorizos por metro cuadrado que en cualquier otro país del entorno nuestro. Y tan contentos de ser los primeros en algo: aunque sea en mangancia.
¡Qué desgracia, madre mía!
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