martes, 23 de julio de 2024

buen francotirador

 
Una presidencia por rasguño de bala. ¿Merece la pena? Merece la pena.
Me preocupa que cada vez que haya un candidato a la presidencia de un gobierno, sea el que sea, se tenga que recurrir (ante la inseguridad del candidato) a un acto que no se tomaría ni para hacer revivir a un muerto; cuanto menos para conceder una presidencia delante de un sin número de votantes inseguros... como curiosos...
 En España tuvimos esa experiencia con la explosión de un metro, en Madrid, y unos elecciones a seguir de presidente Aznar. Qué casualidad que la explosión, el metro y los muertos, cambiaron -en tres días- los resultados electorales del PP, al que se daban por ganadores, por las del Psoe. ¿Se puede decir que vino Dios a ver a la Psoe a través de las urnas? ¿No os parece que a Trump le está viniendo Dios a ver? 
No quiero decir que Biden esté para salir victorioso ni del cuarto de baño. Biden está para que se venga a España, Benidorm, a tomar baños de sal y chupitos de fino. Unas buenas tortillas: de patata y huevo, y no como las francesas que son radiografías de un huevo pasado por sarten.
Me llama poderosamente la atención lo bien que le sienta a Trump ese parche bien visible ante los votantes de su ideología política. Pero, claro, ante la senitud de Biden, la arrogancia de Trump. Al menos, éste, sigue siendo el mismo que dejó la presidencia por el saliente, de ahora.
En todos los sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas. Lo que nos viene a decir que en todos los lugares se hacen las mismas canalladas para convencer a la gente de que éste se juega la vida por ella. Nada más lejos de la realidad. Ningún político es tan fanático como para ver la vida, propia, a través del día a día de los ciudadanos. Ninguno. Y mira por donde, pienso, que nos viene mejor así, porque nadie da duros por peseta.

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