jueves, 2 de febrero de 2023

Mohamed osa no reunirse con Sánchez

 
no sé si lo veis bien pero detrás del monarca marroquí, hay una imagen, pintura o (¿...?): que representa un coño y un falo. Una manera muy singular de recibir visitas de primeros ministros de otros países. Que se lo hubieran puesto en honor a Jeffrey Eptein, hubieran acertado de pleno...; pero poner cachondo a Sánchez ante semejante simbología...: ha sido un verdadero éxito para su majestad. Tanto, que, nos sacó a los españoles el Sahara, una flota de todoterrenos, y cerca de 800 millones de euros, para que el monarca pueda seguir manteniendo el castillo en Francia. Porque, amigos, el monarca marroquí le da asco vivir en Marruecos y ha elegido un castillo allende los Pirineos. Cosa que deberíamos copiarle: deshaciéndonos de todos sus súbditos que tenemos ninguneando por las calles de provincias, de España. 
A tomar por el culo tanto mastuerzo y guarro, hozando por nuestra querida piel de toro. 
Que, 
a parte de habernos sacado la pasta con la que podríamos haber vestido y dotado de armamento a nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado..., y dotarles con las garantías de repeler cualquier intento de agresión, venga de donde venga...;
hemos acogido a todos los mendigos que, desde el siglo I, tenía mendigando y espantando a los posibles turistas que querían vomitar viendo la mierda... y las carnes negruzcas y llenas de moscas, de sus puestos callejeros. 
No me extraña que el monarca haya dejado a su libre albedrío a los miserables... y, haya huído, como rata, del barco.
Y como dijo aquél: 
-Dios los cría, y ellos se juntan...
-O nos imponemos a los actos miserables de Sánchez y le mandamos a vivir con Mohamed, o terminamos oyendo los rezos, en las mezquitas yihadistas, ya implantadas, como en Suecia. 
Y mira que se veía venir... pero nadie hace caso hasta que el zorro entra en el gallinero, y nos deja sin gallinas. Después, cuando no hay nada que hacer... todo son lamentos y crujir de dientes...
-Pues eso-: que diría nuestro insigne primer ministro. ¡Menudo berzas!

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