viernes, 19 de agosto de 2016

psicomanteum

Psicomanteum, puede traducirse como la adivinación o conocimiento del alma … 
Pero ¿qué es el psicomanteum?
Psicomanteum, puede traducirse como la adivinación o conocimiento del alma o a través de esta.
El psicomanteum es la práctica que provoca estados alterados de conciencia consistente en la proyección del inconsciente mediante el acto de concentrar la atención en u objeto reflectante.
Tal objeto puede ser un balde con agua, una bola de cristal o un espejo. “Espejito, espejito…”
El objeto ha de situarse en una habitación, que ha de estar provista de un mobiliario que permita la comodidad del individuo, tenuemente iluminada. Mal comparado, tal habitáculo podría compararse con una primitiva cámara de privación sensorial. Tanto es así que en la antigüedad se empleaban complejos subterráneos de trazado laberíntico.
A tal punto, salón de mi casa es un gabinete psicomántico. Gruesos cortinajes impiden el paso de la luz. La pared opuesta a la ventana, forrada de espejos. Velas o lámparas de luz atenuada, junto con una chaiselong hacen el resto.
El fin de tal preparación es la de anular, en la medida de lo posible, los estímulos cotidianos que en estado de vigilia nos impiden tratar con nuestro inconsciente.
De antiguo se recoge esta práctica. En la antigua Grecia era conocido como el oráculo de Muertos. Homero, Herodoto, Plutarco y Platon, ya la mencionaban. En diversos grimorios aparece tal técnica bajo el nombre del espejo del rey Salomón (consistente en una habitación oscura provista de un espejo flanqueado por dos velas encendidas). Y diversos personajes de relieve, como E. Allan Poe o Abraham Lincoln han practicado, junto con el consumo de sustancias, tal maña para comunicarse con almas descarnadas o tener visiones sobre pasado, presente y futuro. 
Entre los aztecas se utilizaban espejos de obsidiana tal como el que adquiriera Jhon Dee y que recuperase Aleister Crowley; los chamanes de Siberia, empleaban espejos de cobre bruñido y los brujos del Africa negra, recipientes con agua, como Nostradamus; los tibetanos usan lagos claros; en el Antiguo Testamento aparece José interpretando los sueños y teniendo sus visiones proféticas merced a una copa de plata, que las amas de casa sabrán que por sus características ha de estar siempre pulida; en la Europa medieval y en la India empleaban una gota de aceite en la uña del dedo pulgar, cuando no, discos de metal pulimentado con un punto negro en el centro, etc.
En nuestros días, la práctica del psicomanteum ha sido recuperada y se emplea en el campo de la psiquiatría. Raymond Moody –autor del libro best-seller Life After Life (Vida Después de la Vida)– ha desarrollado una variante para facilitar encuentros con personas fallecidas.
El diseño del Dr. Moody, que él llama “Teatro de la Mente”, consiste básicamente en una habitación poco iluminada donde se coloca un espejo a un ángulo tal que la persona sentada no pueda ver su propia reflexión. Es decir, en condiciones de privación sensorial parcial.
Cosa que me parece lógica, pues observar el propio reflejo en tales condiciones durante cierto tiempo, puede ser una experiencia aterradora. Sobre todo a la luz titilante de una vela. Uno puede ver como su rostro se transforma, como lo hace el espejo y como lo hace la habitación, de una forma tan vívida, que por real, se vuelve siniestra.
Según el Dr. Moody, tal cual aparece en su libro Reunions, el 50% de los participantes en estas sesiones experimentan un encuentro con una persona amada. Muchas personas también reportan tener visiones tridimensionales después de estar media hora en el psicomanteum. Cosa de la que doy fe en base a mi propia experiencia, la cual me obliga a no recomendar esta práctica si no se está acompañado de un profesional o si el momento psicológico no es óptimo.

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