la vida sin la mistica o religión, tenemos que atenernos a los abusos que circulan por las redes y medios escritos. Es necesario que estando en Valencia tomemos como referencia la relíquia más trascendental de todas, el Santo Grial: como recipiente o contenedor de la sangre de Cristo; en contrapartida a la Sábana Santa o Síndone, que envolvió el cuerpo de nuestro Señor. Sobre ésto ya comentamos el otro día que se presupone una obra inigualable del maestro Leonardo da Vinci. Obra que nos lleva a pensar que Jesús no murió en la cruz, sino que fue recuperado y dado por muerto mediante preparados medicinales, como bien estampado está, cuando, el mismo soldado que le clava la lanza: Longinos, le arrima, a la cara y boca, un brebaje, que se suponía era vinagre mezclado en agua. Pócima que le sirve a Jesús para perder el conocimiento y aprovechar para darle por muerto. Bueno. Ahora, en referencia a las copas o cálices, tenemos que pensar que fueron dos: la copa de la Última Cena y la que contuvo la sangre de Jesús. Hay quien opina que fue la misma copa la utilizada en la Cena y el recipiente de la Sangre. A mí me cuesta creerlo. En primer lugar, porque nadie va guardando reliquias pensando que le podría interesar a la Iglesia de Roma. Y, segundo, si José de Arimatea no estaba en la Cena, cómo le llega la copa a sus manos para recoger la sangre real. Era improbable que tuviera la copa y la idea hacer..., lo que, supuestamente, llegó a hacer. Por tanto, deduzco, que la copa de la Última Cena es una reliquia y que, la otra, hace referencia a la patena o plato en el que portaron la cabeza de Juan Bautista. Y que, la portadora de la sangre de Cristo es María Magdalena. Que, no, María, la hermana de Lázaro. En cualquier caso, las dos reliquias se muestran en las ceremonias católicas y no reparamos en ello. El Caliz y la Patena.
martes, 23 de agosto de 2016
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