Infinidad
de niños y niñas pasando hambre, más de cinco millones que sobreviven en
situación de desnutrición y empobrecimiento extremo, más de setecientos
desahucios diarios a punta de porras y pistolas policiales, cifras masivas de
gente desempleada, miseria, dolor, sufrimiento extremo de gran parte de este
pueblo por las medidas austericidas y las corruptelas de una banda política sin
vergüenza ni respeto por los derechos humanos.
¿Cómo se
explica todo esto?
Manipulación
masiva de las encuestas, unos medios de comunicación al servicio de la
mafia
financiera, la que roba y masacra pueblos enteros o financia guerras
genocidas en
Irak, Afganistán, Libia, Siria, la que promociona ciertos partidos al
poder, para condenarnos a seguir sobreviviendo al borde del
suicidio por no poder más, sin comida para nuestros/as hijos/as,
haciendo
malabares para llegar a fin de mes, para que la nevera no esté vacía del
todo y
quede algo, algún resto ínfimo para no morirnos de hambre.
Lo fácil
que sería echar a toda esta gentuza del poder, solo salir a las calles
masivamente, inundar cada rincón del estado de movilizaciones, no volver a casa
hasta que se vayan, una huelga general indefinida, hasta que se pierdan entre
su putrefacción, enterrarlos para siempre en el mar de su miseria humana.
Este sistema es una mentira, partidos que parecían alternativa
al final han entrado en el siniestro juego del capital, en el ambiguo y falso “si
pero no”, “no pero si”. Una izquierda desvertebrada, dividida, a la deriva en
el mar de la manipulación mediática, de las televisiones que nos muestran un día
si y otro también “las gracietas” hipócritas de figuras emergentes de la
política que se ríen en nuestras caras, que hacen bromas con sus rivales, sin
un mínimo de empatía con una gran parte de la ciudadanía que está pasando
hambre, que no tiene trabajo, que no le queda esperanza, personajes políticos que
ante las cámaras bromean, hacen teatro con sus supuestos antagonistas, aunque
sus competidores políticos sean fascistas peligrosos y corruptos.
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