¿Es lo invisible lo que alimenta la fe; no, la verdad?
Es indudable. Todo aquél que en algo cree es porque no lo ve. En cambio, si vive en ello, no hace falta creer: ya está..., ya pertenece..., ya forma parte. Hasta los clanes de las mafias son creyentes, aunque dejen difuntos por las calles. Por tanto, la fe y la verdad, no van de la mano. Se deja la fe para ese Dios Todopoderoso, mientras en los Templos los arcángeles, luchan contra los demonios a base de fuerza, de poder.Los templarios salvaban vidas, mientras quitaban otras. Se cree que, de ser escuderos al servicio de los comerciantes, de Europa a Oriente Medio, pasaron a ser acreedores de los reyes y de los poderosos, financieros y armadores de las cruzadas, poseían sus propias naves, con las que comerciaban. Inventaron la banca, la letra de cambio, el agio (es un término usado en comercio y finanzas de tipo de cambio, descuentos
y subsidios que denomina a: Todo margen de beneficio que se obtiene
en el cambio de monedas o en el descuento de letras, pagarés, etc. Por
extensión también se llama agio a la especulación monetaria con los fondos públicos, especialmente con el alza o la baja de los mismos. También se llama agio
a la especulación monetaria o en todo caso financiera abusiva. El agio
se considera como lo opuesto al desagio, el cual se basa en una
depreciación de los valores, con la intención de pagar por ellos un
valor por debajo del valor de los mismos),y el crédito. En cincuenta años se calcula que cerca de ochocientos mil millones de dólares, pasaron por sus manos. De los cuales doscientos mil millones de dólares en monedas de oro y piedras preciosas, quedaron en sus arcas. De tan pingues beneficios la Iglesia tuvo noticias y el 13 de octubre de 1307, al amanecer, consiguieron exterminar a casi la totalidad de los templarios. Les fue muy fácil excomulgarlos, denunciarles como adoradores de Baphonet: arcángel de los infiernos; de quienes, supuestamente, recibían sus riquezas; mientras en el Vaticano, los cardenales, el Papa y el rey de Francia, "a Dios rogando y con el mazo dando".
No, realmente, la fe, no hace hombres; merma voluntades, por un, "por si acaso".
La verdad, nos conecta directamente con la fuente. Se vive la plenitud en toda su extensión, en toda su grandeza. Bueno y malo, dejan de serlo, para convertirse en realidad. En vivencia plena. La fe se ha transformado en el objeto de culto. La fe deja de exitir cuando paso a ser yo: la verdad, yo soy.
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