El papa Franc ha llamado a caminar en comandita a todos los desheredados de los que la Doctrina de la Fe (antes La Santa Inquisición), consideraba eran pecadores natos. Resulta que la Santa Doctrina se ha dormido en los laureles (hace referencia a los dominadores) para que pasen de largo esos cálices. ¡La
Santa Inquisición, ya no es como la de antes! La han cortado las alas de ángeles justos, de universitarios del dolor, y les están dejando dormir el sueño eterno; no sin antes dictarle al Papa que dentro del Vaticano hay más gays, que en el día del Orgullo... Pues es a estos descarriados a los que se refiere Franc cuando dice, muy sencillo, como lo diría san Francisco de Asís: dejar que los plumas se acerquen a mí. También son almas de Dios. Y es que cuando le nombraron Santo Padre, Franc, ha pasado de convertirse en argentino en el argentino de cada individuo que anda por un camino; yo empiezo a notar el mío cuando he sabido que lo que me rondaba por la cabeza, se llamaba así. ¡Madre mía que descanso saber que tengo un alien argentino dentro de mi mente! Ahora he visto la luz, cual gay cuando tiene la primera esperiencia anal.
El canal anal hace agua, cual almeja al sol, y están todos los culitos santos del Vaticano, pidiendo comer. ¡Qué esos culitos no pasen hambre! Les dirían desde los andamios los obreros. El problema es, que ahora ya no hay obreros sobre andamios. Y los pobres curas tienen que guarecerse en los puti club. ¡Porca misèria!
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