miércoles, 18 de diciembre de 2013

ley de seguridad: privada.


El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, al inicio hoy de la sesión de control al Gobierno del CongresoLa promulgación de la Ley de Seguridad Privada era tan peculiar que nadie sabía, ni siquiera las fuerzas del Estado, qué misión tenían que hacer los vigilantes en sus puestos de trabajo. Existía toda una amalgama de sugerencias repartidas por los encargados de preparar a los vigilantes, que al final, había quien no sabía si detención era igual a retención. Hoy, treinta y tantos años después, siguen habiendo lagunas en cuanto a la figura del vigiante de seguridad privada. Tantas vueltas con el cambio para dejarlo en la misma situacción que ya existía: los vigilantes pueden pedir documentos de identidad en los lugares de acceso, y podrán detener cuando sean conocedores del delito en el momento en el que se esté ejerciendo y dentro del perímetro a custodiar; para poner al detenido a disposición de las Fuerzas y Cuerpos del Estado, no más de 72 horas después, de la detención, y si ésta ha sido realizada fuera de ciudades o pueblos.  Está claro que las fuerzas públicas están que trinan con los rumores expandidos de las nuevas funciones que podía realizar un vigilante. La pregunta es ¿están preparados los vigilantes para realizar la función que vienen realizando y la que supuestamente deberían ejercer por la nueva Ley? Rotundamente sí. Los vigilantes están y han estado preparados para ejercer la función de seguridad, y espero que lleguen a ser o retomar el grado de Agente de Autoridad; más que nada, porque les piden casi lo mismo que a un Agente de Autoridad y por tanto deberían de serlo. Y cobrarlo también. Otra pregunta más importante que deberíamos tener en cuenta. ¿Están las empresas privadas de seguridad capacitadas o autorizadas para enterarse de la personalidad de un detenido? No. Las empresas de seguridad privada no deberían ni están autorizadas a tener u obtener información de persona alguna. Ésto sólo compete a las Fuerzas del Estado.
Sin embargo, ¿por qué los etarras, asesinos públicos y privados, sí tienen esa capacidad de conocimiento? Hay algo que huele a quemado. Y yo no fumo.

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