martes, 10 de diciembre de 2013

el muy Rey de España

es también caballero de Malta y Rey de Jerusalén; por tanto, Rey de dos reinos; desde las nupcias de Pedro III de Aragón, con la nieta de Federico II. Y de aquellos polvos, estos lodos, que dirían los famosos periodistas de la casta real. Siglos de historia nos contemplan, para terminar germinando en manos de un descendiente de reyes, pero descerebrado como el que más. Parte que, a la república francesa, le interesa más ilustrar que la disnatía monárquica. Y es que el hombre se lo ha ganado a pulso, y no digamos de sus retoños que han echado mano hasta del agua del florero. En fin, que no nos merecemos tanta categoría señorial, para terminar -mil años después-, como los más chori de la historia.

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