Tengo que admitir que, cualquier intento, y no digamos de los actos, de los trabajadores a salir a la calle a pedir sus derechos es a todas luces un éxito. Pero el fracaso viene cuando los sindicatos, al servicio de los intereses de patronales y gobiernos, hora dicen y hacen una cosa; hora hacen y dicen otra. Los trabajadores que salen a la calle y pierden derechos y dinero no han sacado provecho de la huelga. Si yo pago un sindicato es necesario que, éste, asuma los costes que la empresa y gobierno me van a quitar en breve y largo plazo. Sino, quienes ganan serán los empresarios y gobierno, el trabajador se queda en ascuas, sobre todo si al día siguiente le meten en la sangre que puede perder el empleo.
La situación de los trabajadores, siempre, ha sido a costa de los tres pilares o patas de un banco: empresarios, sindicatos y las labores de ajuste de los gobernantes de turno. A mi entender, es necesario que los trabajadores se queden en casa, que las empresas empiecen a cerrar, que los policías abarroten las calles y nos convirtamos en una nación de campo de concentración.
Los intereses de sus señorías es, que la gente se enfrente entre sí, y corran ríos de sangre, de nuevo, por las calles de España. Esa es la ilusión de los diputados, senadores, presidentes, y chupópteros de la élite dirigente. Lo que no saben alguos es, que los túneles para esconderse no son tan largos y grandes como para almacenar tanto hijo de puta. Muchos quedarán fuera a las manos de los encolerizados hombres y mujeres de bien. Espero que no salve ninguno, porque si no, volverán a desafiar al día de mañana.
miércoles, 4 de abril de 2012
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