no son grandes a todas horas ni en todas las cosas.>> Qué razón llevaba el Emperador Federico II, allá en el siglo 18.
Nos encontramos en el primer siglo del tercer milenio. Y las pomposidades de los que se consideran <<grandes>> va en aumento a la disminución de sus cerebros. Y este desmedido comportamiento desmerece todo lo que a su alrededor se halla, se mueve o palpita. No hay mejor compañía que un poderoso <<ego>> que aniquile cualquier atisbo de inteligencia. Y así gobernar países y sus paisanos bajo la influencia del poder partitocrático que les cobija como abrigo, el cuerpo, en invierno.
Y el caso es <<que mal que no tiene cura quererlo curar es locura.>> Por lo que, el antídoto, no es fácil de conseguirlo. Recurriendo, como última alternativa, a las plegarias santas del Patrón del lugar. El que se llevarás las <<amonestaciones>> si tarda mucho en constestar.
Que en el siglo XXI estemos andando con pasos de hace 300 años es para mear y no echar gota. Lo que nos lleva a pensar que o tenemos próstata o los comportamientos políticos van cada vez a peor. Es decir: los políticos están cada vez menos capacitados para gobernar a nada ni a nadie. Lo que viene a aumentar el estropicio que puedan ir causando a su paso y voluntad. No voy a poner el ejemplo del señor Sánchez, en España, porque no quiero señalar a nadie. Sea mi voluntad de no dirigir dedo acusador a ningún político existente. Copiado del señor Sánchez a una de su partido o adyacente.
Aquí nos encontramos a punto de una guerra planetaria por esa ausencia de la que hemos hecho gala: La Inteligencia. Y nos viene a la cabeza el dicho: <<Quien despierta al can dormido vende paz y compra ruido.>> Estamos en ello. Dos canes enfrentados y una humanidad sin defensa. Nos damos cuenta de que No es la mayoría quien decide sobre la minoría... sino al revés. Dos locos muy locos enseñándose los colmillos... pero mandando a la tropa a que caiga en su lugar... ¡Qué asco!
Pues en eso estamos. Europa se ha va gastar una millonada en armamento para hacer frente a todo aquél que intente tomar por la fuerza lo que sea. Y el que "sea" conseguirlo puede tirar, lanzar, arrojar la bomba atómica porque, en definitiva, es de lo que se trata.
En 2020 nos lanzaron la bomba de un virus que pudo ser peor si la gente hubiera estado en deficiente estado físico. Por lo que las estadísticas de muertes no les dejaron conformes a los cumplables de su lanzamiento. Y, ahora, intentan hacerlo por las bravas lanzando una granada gorda para que el planeta se resienta de su impacto, con el consiguiente prejuicio impredecible. Tsunamis, terremotos, hundimientos, corrimientos de tierra y desaparición de la orografía observable. ¡Todo un placer para los sentidos! ¡Qué hijos de...!
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