con estos humanos son con los que debemos dejar que la envídia corroa nuestra alma... Es una envidia que llega al corazón y remueve la esencia que le evita detenerse. ¡Es tan bello escuchar a alguien cantar, como bello tocar los bordes de una rosa! Suavidad y fragancia, que altera los sentidos del atrevido imprudente.
Por veinte minutos estuvo la gente aplaudiendo a Plácido Domingo en la Scala de Milán. Mis más sinceras enhorabuenas a tan afinado instrumento musical. Por muchos años que lo podamos disfrutar.
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