viernes, 13 de diciembre de 2019

la Iglesia, de nuevo,

en el punto de mira.
Ayer deje un post en el que se reproducía un vídeo con los casos de abusos sexuales a niñas y niños por miembros perniciosos de la curia. Una película basada en hechos reales y que fue muy divulgado en los medios de comunicación escrita, radiada y televisada. Hasta se nombran los cientos de miles y millones de indemnización que el Vaticano pagó a los violentados sexualmente, para evitar denuncias y se supiera en qué dedicaban el tiempo los ministros de Dios cuando no predicaban. Qué menudo ejemplo y pilar de sostenibilidad del edificio contiene el Vaticano, con esa ralea de serpientes gay, que se pasean por los pasillos de San Pedro. ¿Era Pedro gay y por eso le imitan los curatos de mierda? ¿Acaso fue Dios el primer homosexual de la historia de la humanidad?; en todo caso sería pedófilo dado que empezó la fabricación de seres a su imagen y semejanza, al tiempo que probaba su obra. El caso es que ya le puedes poner imaginación, elegancia, chiste al asunto, que no tiene la más mínima gracia. 
 
El P. Martínez Suárez, según reconocieron los Legionarios de Cristo, abusó de al menos seis niñas de entre 6 y 11 años a inicios de la década de 1990, cuando dirigía el Instituto Cumbres en Cancún (México). El sacerdote cargaba acusaciones de abusos de menores desde 1969.
Esta es una reciente noticia y acusación de pedofilia. Los curas nunca dejarán de abusar de niños porque, como los etarras, están siendo sodomizados por la casta más sodomita que hay en el planeta. El caso es que también se están dando casos entre los ortodoxos, para mayor gloria de Dios. Sin comentarios entre las monjas. Al menos, sabemos, de qué forma desciende la serpiente por el tronco del árbol del Bien y del Mal.

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