miércoles, 29 de agosto de 2018

sincerándonos...

me apena que tengamos gentuza en la política; gobiernos sin atisbo de empatía con el pueblo y resulta que un simple (que no lo es) twittero, saca a Llarena del trance con la judicatura belga. Un trance en el que el hijo de puta de Puigdemont quería enfangarle.
Yo abogo porque el twittero tenga la valentía de presentarse a presidente de la Nación española.
Yo no he votado nunca, pero juro que en esta  convocatoria lo haría con placer porque este hombre -al que escuché anoche en la radio-, me dio todas las garantías de que sabía leer y traducir aquello que le llegaba a las manos.
¿Cuántos de los tertulianos y asesores han habido que, saliendo en los medios de difusión, le hayan dado al juez la sentencia de absuelto?
Ninguno.
Ahora todos se han subido al carro del conocimiento cuando han escuchado la voz del doblador de entuertos. Todos lo sabían pero ninguno se atrevía.
¡Venga, hombre, basta de tomarnos el pelo tan impunemente!
Y eso que hay tertulianos que no hay forma de aguantar tanto ego reunido en una sola persona. En Las Mañanas de Federico, los hay.
Hablan con esa parsimonia de entusiastas del saber y del estar, que dan ganas de apagar el medio e irte a Corea a ver a Kim Jong-Un.
Lo digo sin empatía hacia la figura de Federico, pero reconozco que es un periodista que me agrada su forma de enfrentarse a todos aquellos a los que otros no tienen huevos para hacerlo. Encima, comunica bien y hace amenas las horas de las mañanas. Tampoco me disgusta Cesar Vidal y sus puntos de reflexión sobre las noticias frescas.
Me alegro enormemente de que entre la grey haya gente preparada para enfrentarse a la maraña maloliente de la judicatura belga u otras.
¡Con un par, si señor!

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