martes, 24 de mayo de 2016

el juego de las religiones mentales

Es necesario creer para vivir. Porque la vida es la consecuencia de la percepción extrasensorial de un ser evolucionado o creador. Toda la naturaleza es la plasmación de una idea mental. Todo es imagen de una idea mental. Y, así, tenemos la certeza de que vivimos algo real; aunque no sea nuestra realidad. O tal vez sí lo sea, porque pertenecemos a esa idea de Ser global. ¿Será esta nuestra sensación de seres pertenecientes a una realidad superior? Debe ser así, en el aspecto de que así lo creemos y por consiguiente debe ser verdad. De otro modo sería difícil que el individuo tuviera claro que su mundo verdadero es más evolucionado, del que está acostumbrado a vivir. Esa llamada de atención, de impronta a seguir los pasos hacia esa Mente Superior, tiene implícita el Gen divino que nos concecta con Él y con el resto de los mortales. Sin embargo, considero que aquellos o aquél que ha dado con la manera de ejercer cierto manejo de lo divino sobre la matería, reviste cierta impiedad nacida de la misma mente creadora. Con el tiempo las mentes evolucionan hasta imitar a la mente creadora. ¿Pero, por qué este juego de causa-efecto, si todo es un simple juego de roll en la mente del Creador? Y, si, todo está evolucionado por vivir dentro de la psique del creador, para qué darle más vueltas al asunto de nacimiento y muerte=causa-efecto=carma-darma. Todo lo que vemos a nuestro alrededor no son más que imágenes que se disgregan en la medida que mueren. Y se vuelven a regenerar para seguir viendo imágenes que detienen su visión de evolución. Y si embargo, nada existe tal cual nos creemos que existe. Todo es una mentira en las pequeñas mentes para evolucionar a una Mente Superior.


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