jueves, 26 de mayo de 2016

el grupo en la sombra

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LOS GNOMOS DE ZURICH Y LA CRISIS REAL

La frase “Gnomos de Zurich” fue divulgada por el político británico Harold Wilson en la década de los 50 para referirse a la manera oculta en que los banqueros suizos –asentados en Zurich, centro financiero helvético- manejaban sus negocios y especulaban de múltiples maneras agigantando las crisis del momento. Pasados los años, el asesinado presidente estadounidense John Kennedy popularizó mundialmente la expresión al referirse en uno de sus últimos discursos a los gnomos de Zurich. Sólo que esta vez  Kennedy englobó en el apelativo a poderes ocultos que deberían ser develados, ya que traficaban con los vaivenes internacionales. Con el tiempo la expresión pasó a formar parte de varias teorías conspirativas, algunas extremas y alejadas de la realidad, otras no tanto. Lo que quiso decirnos Kennedy quedó en el misterio por su trágica muerte en  noviembre de 1963.
Llámense gnomos de Zúrich o duendes de Londres, Nueva York, Tokio o Hong Kong, es un hecho que hay un conjunto de empresas y hombres poderosos que regula gran parte de los aspectos político-económicos del mundo, sobre todo ahora que estamos globalizados. Ese dominio es de una realidad incontrastable. Los tales gnomos se mueven en función de sus intereses y potenciales beneficios, reviente quien reviente, caiga quien caiga.
Un ejemplo claro de lo expresado lo tenemos con la exagerada agitación de los mercados  mundiales en las pasadas semanas. Mientras algunos ideólogos hablan  sin saber mucho de la “crisis del capitalismo”, en la práctica hay pequeños grupos de capitalistas que se están beneficiando de estos movimientos mientras millones de personas caen inocentemente en la trampa bursátil que se les ha tendido. Al unísono tiemblan muchos países, inclusive aquellos tildados de poderosos. Se producen maniobras de diverso tipo que benefician a pocos y revientan a millones. Cuestiones meramente políticas -como lo sucedido recientemente en Estados Unidos con las negociaciones bipartidarias para elevar el techo de la deuda- mediante hábiles manejos mediáticos se transformaron en arrolladoras corrientes especulativas de fuertes pérdidas para la mayoría pero con jugosas ganancias para los contados gnomos que las instrumentaron.
Hay una crisis real en los países avanzados del norte industrializado, eso es innegable,  pero por lo menos en el caso de Europa, ella sigue siendo periférica. Irlanda, Portugal y Grecia representan menos del 10% del PIB de la eurozona. Alemania, Francia y el Reino Unido –las más grandes economías de la región-  se mantienen firmes. Es para alarmarse, pero no para una alerta roja. Sin embargo, el frenético afán especulativo ha hecho tambalear bolsas y gobiernos en dos economías mayores (España e Italia) y con posibilidades de contagio. Esto, sumado a lo sucedido en EE.UU., es peligroso. Pareciera que los gnomos de Zúrich corren el riesgo de toparse con un letal “boomerang” que los podría arrastrar hacia el desastre. Pero como ese minúsculo grupo de poder planifica procesos milimétricamente, las crisis nunca llegan a la hecatombe y producen lo que era deseado: cuantiosas pérdidas para los ingenuos con pingües beneficios para  quienes estaban dentro de la maniobra.
Hay una crisis real sí, pero simultáneamente parece que  el eterno retorno de los gnomos de Zúrich sigue su curso, siempre en busca de más poder y de mayores riquezas, aunque sea a costa de males universales.

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