El proceso de construcción de un
Estado Mundial pasa necesariamente por el desmantelamiento del actual
sistema de Estados-Nación. Ello debe hacerse de forma gradual e
imperceptible a través del regionalismo y mediante el mantenimiento de
la farsa histórica. La estructura supranacional más avanzada
del mundo en materia de integración y cooperación es Europa, que debe
servir como modelo a seguir para el resto de bloques que se están
conformando al mismo tiempo alrededor del planeta. El programa
para una Europa verdaderamente unida se articula entorno al proyecto
de los Estados Unidos de Europa, que una vez constituidos deberán
quedar subordinados a los Estados Unidos de América en el seno de un
gran bloque transatlántico que trataría de extenderse en el futuro por
toda Eurasia. Para ver el nacimiento del bloque transatlántico se hace
indispensable reconfigurar todo el territorio europeo fragmentándolo en
pequeñas regiones etnolingüísticas que puedan ser controladas
directamente desde Bruselas, dando paso a la Federación Europea. El
nuevo mapa de Europa solo es posible si se logra la desintegración de
los actuales Estados miembro de la Unión Europea, comenzando por
España.
La desintegración de
España dependerá básicamente de cómo se incida sobre los distintos
factores en los que se sustenta su unidad y cohesión; los separatismos,
los iconos y símbolos nacionales, el patriotismo y la estabilidad
interna. El más importante de ellos es el separatismo y será
precisamente la cuestión de la independencia de Cataluña el detonante
de un conflicto que puede proporcionar a España un destino análogo al
de Yugoslavia.
El caos que puede
llegar a desatarse en el proceso de descomposición deberá mantenerse
siempre controlado evitando en todo momento que se produzcan
situaciones que puedan resultar adversas. En el control del caos y el
manejo de la situación estarán especialmente implicados los medios de
comunicación, que permitirán generar el descontento social pertinente,
erigir nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos que desplacen a los de
la oligarquía local, ejecutar operaciones de desprestigio y chantaje y
aplicar las tácticas de desestabilización y movilización necesarias.
El éxito del plan recaerá básicamente sobre el control que se tenga
sobre ambas partes del conflicto, incluido el ejército, siendo el
sector español genuinamente patriótico el factor de riesgo más
importante a tener en cuenta a la hora de prevenir el caos total.
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