Sería la voz de un pesquero que ha visto y leído la mano negra que mueve a Soraya. Aquella que cambió la figura en holograma de Rajoy por su bolso de todo a cien. El día más aciago para la presidencia de los españoles. El día en que Rajoy abandona la presidencia del país y se va de copas a poner a Soraya a caer de un burro. Esa Soraya vicepresidenta y mandamás del CNI. A parte de pertenecer a la masonería. Cualidad que la impulsó a tomar las riendas de la Generalidad en la huida del sedicionista Puigdemont.
Hay quien la ha denunciado verbalmente por tener algo que ver con la muerte de Botín. Ella y Ana Patricia Botín, podrían ser parte necesaria para el asesinato. Y todo por una presidencia en los entresijos y entramados del Banco Santander, si no era subida al trono del PP. Como no ha sido nombrada es posible la veamos como asesora financiera del Santander a la orden de Ana. Ambas culebreando por las más altas esferas de la política bancaria, y manipulando consorcios y consortes en las más altas esferas sectarias. Es difícil adivinar dónde hubiera podido llegar en la política si hubiera tenido un palmo más de altura. Cosa, esta, que la ha tenido siempre un poquito de menos. Ha hecho falta de malas artes para llegar a donde ha llegado. Y, claro, pertenecer a sectas templarias. Que, por cierto, no son pocas de las que dispone la Orden.
En fin,
Así está la tarta y todos los moscones y moscas que quieren picarla.
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