Fuentes de la lucha contra el terrorismo inciden en que el volumen de
amenazas es alto actualmente –España está en el nivel de alerta 4
reforzado, sobre cinco–, pero éstas son tan numerosas que “es difícil
centrarse en unas sobre otras. Hay muchos sospechosos de estar cerca del
yihadismo a los que vigilar”. Sabemos que los yihadistas no son células muertas, sino, microbios latentes, originadas por farmaceuticas americanas, rusas y árabes. Es probado científicamente que hay farmacias en Cataluña cargadas con este tipo de microbios a los que no hay que tocar porque están siendo manipulados por el terrorismo de estados del propio Mas. Nunca, antes, se había dado tanto camicace junto, y en una sola región. Mas, ha conseguido que proliferen los cuerpos bomba, tantos, como, embajadas catalanas abiertas sobre el globo terráqueo. Y, que, desde ese promontorio o atalaya, se permitan el lujo de atemorizar a algunos de nuestros políticos que -aunque malos-, no dejan de ser de los nuestros. Lo sospechosamente terrorífico es, que los yihadistas sepan quienes son nuestros agentes pertenecientes al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que son a los que están amenazando. No obstante me llama poderosamente la atención cuando agentes encubiertos (secretos) hacen de su opacidad -adacadabra- y aparezcan -pistola en mano- sobre capós de coches, dando sustos a la ciudadanía porque un vehículo se salte la medianera. (Marcelo, agente secreto pistola en mano encañonando a un automovilista, en plena calzada). Es evidente que estamos lejos de aparentar el secretismo debido, y que tan bien lo manejan los FBI u otras oficinas derivadas del Pentágono. Nosotros somos así: los agentes secretos de la rue del Percebe. ¡Así nos va!
lunes, 14 de diciembre de 2015
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