lunes, 28 de diciembre de 2015

España sin dirigente político

Ni siquiera el Rey. Después del discurso de final de curso, el muchacho y su chorva, se han ido con los papás reales a pasar las navidades reales, y en espera de que lleguen los reales Reyes Magos a que les traigan más bagatelas de las conseguidas en España. La verdad que el muchacho debe dar las gracias a sus queridísimos papás y al dios que alumbra a semejantes individuos reales. Y sobre todo, a aquél, que, iluminado, se subió a la cima de una montaña y bajó con las tablas dirigidas a los borregos hombres, y a los que debían ser reyes y dirigentes.  De allí surgieron los idem, el pueblo elegido, Hitler, Franco, las hambrunas, el PPSOE, las guerras, los refugiados, los listos, los tontos y los del medio. Y ahí está ahora España, en medio. En medio de ninguna parte con tanto listo junto, y rodeando la marmita donde se encuentra el tesoro. Miedo me está dando de pensar que las multinacionales se encuentran en la frontera con los colmillos de sable en busca los restos que dejen los míseros políticos que tenemos en este momento. Cuando los ciudadanos dieron la mayoría absoluta al Pp, era como darle la llave del tesoro a Alí Baba. Y lo han aprovechado bien aprovechado. El 20D fue lo contrario: dividieron el voto tanto que será necesario proponer nuevos partidos para deshacer el entuerto en el que nos hemos metido. Y ahora resulta que no tenemos dirigente que gobierne España porque no llegan a acuerdos de como repartirse el contenido de la marmita. De este modo cómo vamos a cambiar la mentalidad de Mas, si es el único que sabe lo que quiere. 
La auditoría de la deuda exige que los responsables paguen su partequeremos ser Islandia, reza la pancarta de la imagen. Todo, menos ser nosotros mismos. Los españoles no somos chorizos; los chorizos son los políticos españoles. Ya está bien de meter a todo el mundo en el saco de la corrupción, el latrocinio y la prostitución. No, a los políticos. No, a los chorizos. No, a todos aquellos que gobiernan con la mentira y la maldad. 

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