jueves, 17 de diciembre de 2015

más de lo mismo

A escasos días del acuerdo sobre el cambio climático, tan importante para la vida sobre el planeta, Valencia sucumbe -una vez más-, a la fumigación atmosférica, propiciada por unos aviones de los cuerpos militares regionales, españoles. ¿Realmente los minerales expandidos a la atmósfera sirven para rebajar el calor existente en el interior del planeta? No.  El que la Tierra se esté calentando no se debe a la cantidad de gente que respira, o a los pedos de las vacas, o a la influencia de todo ello; sino, a la influencia del Sol. Por lo tanto, las fumigaciones están en la vía contraria, su misión es: terminar con el vapor de agua existente en la atmósfera y el dióxido de carbono CO2. Que son las dos formas que tiene la Tierra de protegerse contra los rayos violetas del Sol. Por tanto, no debemos caer en el error imperdonable de que los humanos somos la causa del calentamiento, ni porque somos muchos y hay que exterminarnos a todos. Esto sería y es..., el efecto ideológico de individuos como los chinos, y los exterminadores de Bill Gates y su patética familia: causantes de muertes por la vacuna quinvalente, inoculada a infantes, cuyos efecto más sano fue dejarles sordos. Los muertos, no cuentan. Ya me gustaría a mí, decir, que los que sobran son los nombrados; y no voy a caer en el mismo error que ellos. Aunque lo piense. Semejante testupidez política mundial nos lleva a darnos cuenta de que nos toman por pardillos, por membrillos, o a como Rajoy: memos. Hay poderes que quieren hacerse con el poder absoluto y qué mejor que apoderarse del clima y de sus consecuencias climáticas: como el agua. Nadie con capacidad para disponer de agua. Todos a complarla y el que no tenga: se muera de sed. Ese es el verdadero equilibrio que quieren imponer en el planeta: el poder sobre todo lo creado. Y están en ello.

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