lunes, 8 de julio de 2013

soy masoquista

y los domingos suelo ver Cuarto Milenio, hasta que quedo rendido de escuchar tanta mierda de ultratumba. Ya no basta con la artera de vivir dentro de un sistema quemado, que cuando te mueres vuelves para decirles a los vivos donde tienes los enseres que dejaste y lo que deben hacer, los heredados, con ello. Pero lo bueno está, en que los muertos: ahora aparecidos, se manifiestan a otros que no son de la familia para decirles lo que a su vez deben transmitir a los que sí lo eran, con el consiguiente desequilibrio mental que todo eso produce. Coño ¡por qué no se aparecen a sus familiares a decírselo, en vez de al vecino u otro que no sabe ni siquiera quién eres! ¿Es que han perdido los muertos la dirección y no saben volver a sus domicilios? Esto..creía yo... solo pasaba a quienes iban a comprar tabaco y no volvían. ¿No deberían los fallecidos aparecerse al Papa o al padre Gabriele Amorth, hombres duchos en aquelarres y exorcismos? Ayer Iker volvió a narrar la historia del Papa con el paralítico y la expulsión del cuerpo a nada menos que cuatro demonios; cuatro inquilinos llevaba este hombre dentro. Lo que me sorprende es, que haya habido espacio suficiente para que cupiera él en su propio cuerpo. A estas viviendas ocupadas con tanta gente se les llama: casa patera o nodriza, siempre y cuando no se cobre alojamiento, porque entonces pasaría a ser comuna, iglesia, inquilinato u ONG. 
Lo que realmente me sorprende es, que entrados en el siglo XXI y aún estemos coleando con Dios y el demonio, que tanto monta monta tanto, ya que para los feligreses: Dios, es casi ateo, si no fuera Él mismo; y un canto al diablo, al que se le venera en cualquier Iglesia y se le pronuncia o nombra más veces que a Dios, en casa propia.
En fin, prefiero un canto a Galia, de Julio Iglesias, que ver al Papa liberando demonios de los bajos astrales y todo, para que Iker Jiménez tenga de qué hablar los domingos, en Cuarto Milenio.

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