sábado, 17 de diciembre de 2022

el pueblo elegido por Dios

  
(primer ministro del Reino Unido Sishik.)
ha tomado la decisión de imponer, a los países europeos, aquello que consideren que va en contra del islamismo. Aunque todos sepamos que el islamismo, el judaismo y el catolicismo nace de la misma madre o dios pagano. Del mismo dios siniestro y oscuro que nos han ocultado desde tiempos inmemoriales. 
Como todos estos pueblos han nacido bajo el yugo de esos mafiosos de las religiones para satisfacer sus múltiples instintos de depredadores... ahora vienen a imponernos a los europeos cómo debemos vivir las fiestas, y nuestras reuniones. 
Un paso más allá al uso que dieron del coronavirus: para impedirnos salir a la calle, impedirnos las reuniones familiares, y, ahora, impedirnos la palabra Navidad,; todo porque nos ofrece unos días de asueto en compañía y buena armonía. 
A los judíos no les gusta que lo pasemos bien. Solo les apetece encarcelar la mente y los actos propios que no sean el de rezar o hacer el payaso tirado en el suelo y dando el culo al que tienes detrás. ¿Y para qué les ha servido hacer tanto aspaviento, sino para demostrar que sigues siendo el mismo retrasado con respecto al resto del mundo? 
Aquí tenemos a los sirios regalando estampitas y el Padrenuestro en musulmán. Si de por sí ya éramos tontos, parió la abuela.
Qué siniestro todo lo que viene de esa sociedad a la que Dios le puso el ojo. Más le valiera haberle echado los dos, para que en este tiempo no siguieran haciendo el gilipollas por todos los pueblos, ciudades, caminos y carreteras. Nos quieren demostrar... 
y resulta que son los más guarros que te puedes encontrar en todos esos sitios y lugares nombrados. 
Asco, es lo mínimo que se les puede tener a toda esta ralea de guarros y maleantes. 
Espero que en España, con el nuevo gobierno, no terminemos acatando la orden judía de pasar de las navidades. Y de nombrarlas como nos dé la gana y sin represión alguna.
¡A mamarla, cabrones!
Y veamos si las instituciones parlamentarias europeas dejan de ser un nido de sinvergüenzas, y dan razones para pensar lo contrario. Y dejan de llamar a todo mangante que nos quieran mandar de todos los lugares del planeta. El que tanto les quiera, que les compre.

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