martes, 31 de enero de 2017

deben darles un premio

anoche, en la radio valenciana, escuché la noticia de que un directivo-jefe de la Diputación llevaba diez años que no iba por su oficina. Oficina que no existía en la realidad. No había despacho y por tanto, no existía teléfono, ordenador, ni mesa ni silla ni secretaria. Total, que el muchacho no aparecía, era otro como la funcionaria de la Ciudad de la Justicia, que llegaba en coche, metía la tarjeta de empleada en ranura y se fugaba vía el Corte Inglés. Éste miembro solitario de los funcionarios asalariados sin justificar, se llegaba al tarjetero a las siete, introducía pin en el dispositivo de entrada y no llegaba a entrar en la Diputación. Todo un ejemplo de cómo se trabaja en España y como funcionario diplomado en funciones. ¡Diez años, que se dice pronto! Ahora que ha salido a la luz pública sería necesario que le llamaran al orden y le mandaran al dador de hostias para que le coloree la cara, al menos, todos los días durante otros 10 años. Lo cual se juntaría con 20 años cotizados, justos para la jubilación.
Yo me pregunto: ¿no había nadie en los alrededores con capacidad suficiente para darse cuenta de la clase de pillo que tenían en la Diputación? No. No había nadie. Se supone que fue solo una vez a ocupar plaza, y ya no volvió a entrar. Todo lo hacía en la puerta, en el automático. Imagino que los jurados verían a un hombre llegar, fichar y largarse y nunca se preguntaron quién era el susodicho. ¡Total, como no entraba, pues nadie preguntaba! ¡Todo un artífice del camuflaje! Últimamente ha recibido una propuesta de la CIA, para trabajar de incógnito: -Es el candidato perfecto -han comunicado desde la Casa Blanca. Se lo mandaremos a Puntin para que lo adiestre en otros menesteres de estrategia mafiosa y le introduciremos en el Vaticano. Vestido de Jesuita y su camuflaje de sombra espiritual, daremos el pego allá donde vaya. Al que no podrá engañar será al santo padre el Papa, porque ese lo sabe todo chivado por la paloma.
En fin, que en España eso no es nada más que una espina en la corona de Jesús. El resto de espinas están aún por descubrir en las demás administraciones públicas... Y tampoco será noticia porque, en Andalucía, eso era normal y seguro que seguirá siendo así. Tampoco olvidemos en Valencia y Cataluña, y para qué dejar otras comunidades por nombrar. En fin, amigos, eso es tooooooooooooooooodo, por ahora.
Ah, me olvidaba decir que el muchacho se ha defendido de la ofensa de investigado, diciendo que hacía lo que le mandaban. Aún se complica más la cosa si no llega a decir quién de más arriba le prohibía trabajar. Porque si él era jefe, me imagino que su jefe superior inmediato le había dado la orden de no trabajar nunca; sí, en la Diputación. Para no perder derechos. Debía de ser. ¡Yo te tapo, tú me tapas! Es posible que el Superior tampoco haya ido nunca o menos, que el subordinado.

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