martes, 3 de enero de 2017

maríah Carey

Nueva York se burla de Mariah Carey al darse cuenta que la muchacha no canta. Utiliza el playbackMariah Careyen su actuación en Times Squarecomo apoyo a su voz. Y..., ¿qué? ¿Quién cojones se iba a dar cuenta de que la muchacha no canta, sino que mueve los labios al compás de una casette? Mirad, cualquiera que sale enseñando lo que enseñaba esta mujer es para que los parroquianos no se hubieran enterado de lo que cantaba. Más bien de cómo introducir monedas desde la distancia a la raja de la hucha. ¡Y es que hay gente para todo! Hay quien paga para escuchar música y en cima en Navidad. Señores, en Navidad se va a mirarse los unos a los otros. En ver qué lleva cada cual y cuánto enseña al compás o no de la música preparada para tal fin. Y, es que está claro que hay mucho maricón pululando por las salas de fiesta esperando a alguien que salga a cantar. Las señoras van -ese pregonado día-, a enseñar todas sus partes más recónditas de las vestimentas. Ese día católico se desnudan en sintonía o simbiosis con el Hijo de Dios. Si el Hijo de Dios se hubiera echo pipí, estoy seguro que las señoras se hubieran descalcificado los muslos a base de cascada calentita. ¿Quién cojones va a una sala de fiesta en Nochevieja a escuchar a alguien que no sabe cantar? Nadie. Todo el mundo paga una gansa pasta para ver... no para escuchar. Para escuchar tiene uno a la parienta..., a las demás se las mira y se las desea y se las promete... Hace falta ser neoyorkino para decir sandeces de esa mujer que va a enseñar y la critican por no cantar. ¡Carajo, neoyorkinos, no seáis putos maricas de mierda y dejar de meteros con esta pobre mujer que ya solo le queda de relleno los pechos! Y no digamos lo de abajo que de tan apretado y abultado lo prodigaba, que parecía más una ofensa a todas las señoras feministas. Esas que no tienen clítoris, sino un pollón como la Merkel o la esposa de Obama. Tampoco les voy a quitar a los neoyorkinos la razón a que si la señora no sabe para qué se mete. Lo mejor era haberse vendido como butifarra de matanza; y no haber hecho ese especta-culo-teta tan infame hasta para el negro que la mira el collar.

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