Los terroristas se radicalizaron en Europa, viajaron a Siria,
regresaron, fueron detenidos anteriormente por las agencias de seguridad
occidentales contra el terrorismo y entraron a formar parte de las
listas de vigilados por la agencia de inteligencia francesa así como
otras occidentales.
Sin embargo, “de alguna manera misteriosa” se las arreglaron para
ejecutar un ataque perfectamente organizado en el corazón de Europa y en
concreto en una de las grandes capitales mundiales.
Siguiendo un patrón ya muy conocido y predecible, los tiradores
involucrados en la matanza en la redacción de la revista satírica
Charlie Hebdo este pasado Miércoles, 7 de enero, eran ciudadanos
franceses, se radicalizaron en Europa y fueron “exportados” a Siria para
combatir en la guerra sostenida secretamente por la OTAN contra el
gobierno de Damasco, y posteriormente fueron traídos de vuelta a
Francia, para llevar a cabo un ataque interno.
Además, como ha sucedido en muchos otros ataques internos, los
sospechosos habían sido largamente vigilados por los servicios de
inteligencia occidentales, con al menos uno de los sospechosos habiendo
sido arrestado anteriormente por cargos de terrorismo.
“Los hermanos, de origen argelino, nacieron en París. Cherif
fue condenado a tres años de prisión por cargos de terrorismo en mayo de
2008. Los dos hermanos regresaron de Siria este verano”
No nos dejemos engañar. Estamos ante el típico esquema de operación dirigida por las agencias de inteligencia occidentales.
Es un reflejo literal del tipo de operaciones de inteligencia de la
OTAN durante la Guerra Fría, con redes similares de militantes
radicalizados usados como mercenarios extranjeros así como provocadores
domésticos. Hacia el final de la Guerra Fría, uno de estos grupos
militantes era literalmente Al Qaeda, un frente mercenario armado,
financiado y contratado Occidente hasta el día de hoy.
Además, con toda probabilidad, los hermanos que participaron en el
ataque en París habrían estado luchando en Siria con armas que les
proporcionó el propio Gobierno francés.
Así nos lo dijo el canal France 24 el año pasado en un artículo
titulado, “Hollande confirma que Francia entregó armas a los rebeldes
sirios”:
“El Presidente François Hollande, dijo el jueves que Francia
había entregado armas a los rebeldes que luchan contra el régimen sirio
de Bashar al-Assad meses atrás”
Desviar las culpas por el ataque hacia el “Islam radical” no es más
que una patraña que oculta la verdad: estos terroristas fueron creados
intencionadamente por Occidente, para luchar contra los enemigos de
Occidente en el extranjero, y para intimidar y aterrorizar a la
población dentro de los propios países occidentales, con el fin de
justificar políticas de control sobre la población cada vez más
restrictivas.
Al igual que en cualquier ataque de falsa bandera diseñado por un
gobierno con el fin de manipular la percepción pública y impulsar
políticas restrictivas de las libertades injustificables, se han creado
una serie de bulos con el fin de distraer al público de la verdadera
naturaleza del ataque.
En el reciente ataque en París, Francia, los bulos o leit motivs del engaño han sido “la libertad de expresión”, “la condena del Islam radical”, “la tolerancia” y “el extremismo”,
todo aderezado con una campaña de propaganda perfectamente diseñada a
modo publicitario a través del hashtag #jesuischarlie (“yo soy
charlie”), que ha inundado las redes sociales utilizando un lema claro y
recordable.
Al más puro estilo “Ice Bucket Challenge”, o “Kony 2012″, campañas
que recuerdan mucho a la que nos mostrban en la brillante película de
Barry Levinson, “la cortina de humo” (Wag the Dog).
La cuestión de fondo de la que se intenta alejar a la opinión pública
es que Al Qaeda y otros grupos similares, no son creaciones del
“extremismo islámico”, sino instrumentos al servicio de la política
exterior occidental, que ha usado el “extremismo” como herramienta para
adoctrinar a los miembros, pero que los utiliza por y con el único
propósito de servir a una agenda totalmente occidental.
Para debilitar a Irán, que es predominantemente chiíta, la
Administración Bush decidió, por ejemplo, reconfigurar sus prioridades
en Oriente Medio. En el Líbano, la Administración Bush cooperó con el
gobierno de Arabia Saudita, que es sunita, en operaciones clandestinas
que pretenden debilitar a Hezbolá, la organización chií respaldada por
Irán.
Los EE.UU. también han
participado en operaciones clandestinas contra Irán y su aliado Siria.
Un subproducto de estas actividades ha sido el refuerzo de esos grupos
extremistas sunitas que propugnan una visión militante del Islam y son
hostiles a Estados Unidos y simpatizantes de Al Qaeda.
A día de hoy, los EE.UU., sus
socios de la OTAN, incluida Turquía, y los socios regionales como
Israel, Arabia Saudita y Qatar, arman, financian, acogen, forman y
ayudan a perpetuar a estos “extremistas islámicos” dentro de Siria y
ahora también en las fronteras de Irak.
Occidente cierra la boca mentras las autocracias del Golfo Pérsico,
sus aliadas, financian y gestionan una red global de mezquitas
indispensables para generar este “extremismo islámico”. Y los servicios
de inteligencia Occidentales, obviamente lo saben y colaboran en ello.
La reciente crisis del secuestro con rehenes en la cafetería de Sidney es un buen ejemplo de ello.
Recordemos que el secuestro fue presuntamente perpetrado por Man
Haron Monis, un disidente iraní al que se le concedió asilo en Australia
y que aparecia regularmente en los medios de comunicación para hacer
propaganda anti-iraní. Este caso expone una vasta red de radicalización y
reclutamiento en Sidney, que se utiliza para organizar el apoyo y
enviar combatientes a la guerra de siria contra el gobierno de Assad,
enemigo de Occidente.
La red incluye a muchos individuos notorios, bien conocidos por los
organismos policiales y de inteligencia australianos, y muchos de los
cuales habían viajado a Siria, habían tomado parte en la lucha formando
parte de organizaciones terroristas bien conocidas, y se les permitió
regresar y continuar con sus actividades políticas en Australia.
Un ejemplo de ello lo encontramos en el artículo del Daily Mail, titulado “¿Por qué la policía le pide a un ex sospechoso de terrorismo una bandera de ISIS?”, que afirma lo siguiente:
“La policía antiterrorista ha contactado con Zaky Mallah un
hombre de Sidney, que en su día fue acusado por actividades terroristas y
le han pedido si podía darles una bandera de ISIS”
(presuntamente porque el secuestrador del café la había solicitado a
las autoridades durante el secuestro, a pesar de que Monis era Shiita y
ISIS es sunnita)
“Zaky Mallah, ofreció a la policía antiterrorista la bandera
que cuelga en la pared de su apartamento, una bandera del Frente
Islámico, un grupo mucho más moderado, pero según mallah, “no se
mostraron interesados: querían una bandera del Estado Islámico”
El artículo también sostiene que:
“Hace dos años, Mallah viajó a Siria y vivió con los rebeldes
de la FSA en su lucha contra el presidente Bashar el Assad. Después de
regresar a casa, animó a los jóvenes a ir a Siria y participar en la
yihad para experimentar la lucha por la libertad en contra de El Assad”
No deja de ser curioso que las autoridades conozcan y tengan
perfectamente controlados a aquellos que pueden tener una bandera del
Estado Islámico y soliciten su ayuda…
Al igual que en Australia, Francia, aparentemente también tiene
vigilados y controlados a un nutrido grupo de ex terroristas que habían
viajado a luchar a Siria y que habían vuelto a Francia a proseguir con
sus actividades. Algunos de estos terroristas son confidentes y
colaboradores de las agencias de seguridad y forman claramente parte de
la propia comunidad de inteligencia que no solo los vigila, sino que los
mantiene.
Estas redes han permitido reclutar a miles de combatientes para luchar en la guerra encubierta de la OTAN en Siria.
La BBC informa de ello en un artículo titulado, “La crisis del Estado Islámico: 3000 yihadistas europeos se unen a la lucha”:
“El número de europeos que se han convertido en combatientes
islamistas en Siria e Irak se ha elevado a más de 3000, según afirma el
jefe antiterrorista de la UE. Gilles de Kerchove también advirtió que
los ataques aéreos occidentales aumentarían el riesgo de ataques de
represalia en Europa”
¿Cómo alguien puede creer que tal cantidad de terroristas emigren al
extranjero para luchar junto a los terroristas sin la colaboración
necesaria por omisión, de los servicios de inteligencia Occidentales?
Es evidente que, al igual que se armó intencionadamente a Al Qaeda en
Siria, los servicios de inteligencia occidentales han abierto las
compuertas para permitir que los terroristas europeos se unan a esa
guerra que tanto interesa a la OTAN y han permitido, además, que vuelvan
a reingresar en los países occidentales sin ningún problema.
OPERACIÓN GLADIO CON ESTEROIDES
Estas redes son un reflejo claro de la política de la OTAN iniciada
durante la Guerra Fría, en la que se crearon ejércitos secretos y grupos
terroristas controlados por la OTAN y la CIA, como fue la ya célebre
Operación Gladio, una red terrorista encubierta consistente en milicias
de ultraderecha, elementos del crimen organizado, agentes provocadores y
unidades militares secretas que permaneció en Francia, Bélgica,
Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Alemania y Suiza y que fue diseñada
para presentar a los grupos políticos de izquierda de Europa como
terroristas ante la opinión pública y arrastrar a la población asustada
para que votara por gobiernos autoritarios. Para llevar a cabo este
objetivo, los operativos Gladio realizaron una serie de mortíferos
ataques terroristas que fueron atribuidos a los izquierdistas y
marxistas.
Muchos de los militantes y extremistas utilizados en esas operaciones
por la OTAN, fueron liquidados a la finalización de los muchos ataques
de falsa bandera que se perpetraron a costa de cientos de vidas de
inocentes ciudadanos europeos.
Del mismo modo, hoy en día, muchos de los hombres armados
involucrados en los ataques terroristas domésticos controlados por las
mismas agencias de inteligencia, acaban muriendo.
Mientras que las operaciones de OTAN y la CIA durante la Guerra Fría
estaban destinadas a actos de terrorismo contra el propio pueblo, las
redes actuales se utilizan para llevar a cabo tanto guerras en el
extranjero, como ataques terroristas en el propio país.
La naturaleza expansiva de estas redes y la amenaza que representan
para la paz y la estabilidad mundial debería estar en el centro del
debate acerca del ataque de París, dejando a jun lado las presuntas
creencias religiosas de los atacantes que, al igual que sus homólogos de
la Guerra Fría, no son más que chivos expiatorios y peones en medio de
un juego mucho más grande e insidioso.
lunes, 12 de enero de 2015
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