miércoles, 29 de mayo de 2013

poder y capital...

Desde que Moisés bajara del monte Sinaí con las Tablas de la Ley, una nueva transfiguración se operó en el pueblo judío primero y al resto del mundo, después. Al parecer la transformación la tuvo Moisés bajando con las Tablas en forma de macho cabrío. Con cuernos y pezuña de cabra. Las letras, en las Tablas, estaban cinceladas a fuego  y divididas en dos piedras iguales: una para el pueblo y otra para los gobernantes. En cada una: los Diez Mandamientos, contrapuestos entre sí. No debe, por tanto, extrañarnos, que el poder y el capital (elementos: uno de otro) estén custodiados por todos los poderes fácticos existentes. La Iglesia ha sido guardiana y promulgadora de estas enseñanzas al pueblo y a los gobernantes. Ha cada uno de los poderes: pueblo y gobierno, le ha ido conculcando las enseñanzas descritas en la piedra candente. No debe extrañarnos, por sus obras, que por debajo de las puertas de San Pedro huela a humo del infierno. Y es que todo apunta a un poder sobrenatural, a quienes los feligreses han estado adorando y que no provenía del verdadero Dios. Ésto salta a la vista, cuando la secta vaticana ha estado y sigue sumergida en tráfico de drogas, armas, blanqueo de dinero, abusos sexuales, explotación laboral y fraude económico. Todo un abanico de actos por el poder y el capital.

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