Se aprende más que si en la UPV hubieras pasado el tiempo.
Hoy la señorita de limpieza comenta que la biblioteca se ha convertido en un patio de colegio, expresamente, porque, a algunos de aquellos que hemos sido llamados al orden por intentar comer en la biblioteca, se nos ha llamado la atención por parte de la seguridad privada y ello ha motivado que, un usuario, hoy, le haya comentado al vigilante si ahora se podía comer en la biblioteca. El vigilante ha respondido que no. El usuario le ha respondido que en un ordenador había uno comiendo.
La señorita de la limpieza se ha reído y tranquilamente ha respondido que las Normas están para saltárselas. ¡Buen momento para saltarnos las normas! Y más viniendo de la boca profunda de la encargada de que el recinto esté perfectamente limpio de polvos y de pajas.
A la susodicha se le ha comentado que todos los que venimos queremos un sitio limpio, respondiendo a la Norma y el que no esté sujeto a norma que no venga. En las empresas serias y no de todo a cien, las normas son elementales para el buen funcionamiento del mismo trabajo y empresa.
Como la señorita debe de estar más pendiente de los usuarios que de su trabajo..., es conveniente decirle que el único que se ha saltado la Norma es el o la flor intelectual que ha reducido el tiempo del tiempo ilimitado de los ordenadores. ¿Y por qué? Porque los funcionarios tienen uno cada uno y les importa un comino el que tú no tengas. Sería conveniente hacerles venir a trabajar con su ordenador portátil, porque esos les estamos pagando entre todos. Aún, más, aquellos que vienen por la mañana y no tienen donde caerse muertos. Pues hasta esos pagan los ordenadores que tienen asignado cada mendrugo intelectual bibliotecario.
Pero es que se sienten muy satisfechos de haberse conocido. Se miran unos a otros y después a los usuarios, como la tropa que les hace trabajar. Aún está el mendrugo del muchacho intelectual funcionario que alarga la vida del ordenador al memo del amigo salido. ¡Vaya país de desfuncionarios!
Escribiendo ésto nos han colocado sobre los ordenadores una ordenanza que especifica que el usuario que haya operado las 4 horas en el ordenador no puede utilizar documentos de otros para seguir operando. Y resulta que lo ha puesto el mismo que dá horas desde el mostrador a su amigo el salido.
¡Para mear y no echar gota!
La señorita de la limpieza se ha reído y tranquilamente ha respondido que las Normas están para saltárselas. ¡Buen momento para saltarnos las normas! Y más viniendo de la boca profunda de la encargada de que el recinto esté perfectamente limpio de polvos y de pajas.
A la susodicha se le ha comentado que todos los que venimos queremos un sitio limpio, respondiendo a la Norma y el que no esté sujeto a norma que no venga. En las empresas serias y no de todo a cien, las normas son elementales para el buen funcionamiento del mismo trabajo y empresa.
Como la señorita debe de estar más pendiente de los usuarios que de su trabajo..., es conveniente decirle que el único que se ha saltado la Norma es el o la flor intelectual que ha reducido el tiempo del tiempo ilimitado de los ordenadores. ¿Y por qué? Porque los funcionarios tienen uno cada uno y les importa un comino el que tú no tengas. Sería conveniente hacerles venir a trabajar con su ordenador portátil, porque esos les estamos pagando entre todos. Aún, más, aquellos que vienen por la mañana y no tienen donde caerse muertos. Pues hasta esos pagan los ordenadores que tienen asignado cada mendrugo intelectual bibliotecario.
Pero es que se sienten muy satisfechos de haberse conocido. Se miran unos a otros y después a los usuarios, como la tropa que les hace trabajar. Aún está el mendrugo del muchacho intelectual funcionario que alarga la vida del ordenador al memo del amigo salido. ¡Vaya país de desfuncionarios!
Escribiendo ésto nos han colocado sobre los ordenadores una ordenanza que especifica que el usuario que haya operado las 4 horas en el ordenador no puede utilizar documentos de otros para seguir operando. Y resulta que lo ha puesto el mismo que dá horas desde el mostrador a su amigo el salido.
¡Para mear y no echar gota!
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