viernes, 27 de agosto de 2021

no es nuevo

durante décadas los sudamericanos se han visto rociados por productos cancerígenos, de fumigaciones, por parte de Mosanto. Hasta el punto de que los postes humanos, niños, que marcaban las lindes de los campos a rociar... se quedaban ciegos o se llenaban sus cuerpos de heridas o pruritos.  Pero como los niños son unos mandados y tenían que cobrar por estar en los puntos que marcaba la avioneta... pues los pobrecitos no protestaban. Y de esta forma tan cruel... los empresarios (o mejor dicho: multinacional) se han ido zafando de la justicia por otros problemas más graves como es el cáncer.
Una enfermedad, el cáncer, que suele ser la savia que enriquece las plantas... pero que se convierte en lastre para el comensal. 
Y el problema no es que se les esté constantemente denunciando por práctica genocida contra la humanidad... si no que se siguen haciendo la misma práctica por mucho que tengan que pagar ingentes cantidades de dólares por los múltiples pleitos perdidos. ¿Qué son dos mil millones de dólares en fianzas si sacan cuatrocientas veces más por vender el cáncer como comestible.Vaya cambio que ha dado Bayer: de comercializar la aspirina, a comercializar el cáncer. Es evidente que los asquerosos genocidas se han hecho piña y van contra la humanidad por que, esta humanidad, no se deja convencer en matarse a base de guerras y guarradas varias. Mientras ellos se follan a los niños, porque son unos enfermos mentales. 
¿Qué se puede esperar de Bill Gates, de Melinda Gates, de Biden, de... toda esa caterva de indeseables hijos de puta, que tenemos en los gobiernos? ¿Qué se puede esperar de un Papa, carajote, que está por las muertes que ocasiona Xi Jinping, en China, los lunáticos talibanes en Afganistan, y el mismo Vaticano en sus misas negras ofrendadas al diablo.
Va siendo hora que despierten las almas dormidas, en esos cuerpos o vainas de barro. Es hora de que la gente luchemos contra la tiranía y, no, entre nosotros. Que sepamos distinguir entre ellos y nosotros. Ellos nos traen la guerra y la enfermedad... Nosotros les regalamos el sudor de nuestros cuerpos. Decir ¡Basta! es necesario por el bien de nuestros descendientes.

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