miércoles, 18 de agosto de 2021

Así en la Tierra como en el Cielo

 

En el Principio fue el Cielo y en él se encontraba Dios. Y, viéndose solo, creó a los ángeles y a los demonios. Y, éstos, se revelaron, con grandes guerras entre los creados. Y, viendo Dios las disputas: a unos retuvo, y a otros expulsó fuera de los límites del lugar de la Creación..., a la tierra del Edén o Paraíso Terrenal..., donde tendrían los medios para su subsistencia y multiplicación. De esos expulsados somos los humanos quienes: viniendo del mismo barro, nos matamos entre nosotros. Ya no luchamos contra los ángeles sino que luchamos contra nosotros mismos. He ahí, que nuestro origen primigenio es divino y nuestro devenir cainita. Es imposible e inaceptable que miserables presidentes consientan en dejar que unos maten y los otros mueran. ¿Quién cojones se creen que son saliendo a los medios, con una frialdad polar, y dejen caer perlas de miseria y degradación. 
Estamos en el momento álgido de la más terrible depravación que el hombre haya cometido desde la llegada a la Tierra. Los que deberían dar ejemplaridad a la población son los peores individuos con los que uno se puede encontrar. Y lo malo de todo ello es, que hay muy poquitos presidentes de gobierno mundial, que se salven de la  quema moral y ética.
Es inaceptable que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se haya convertido... de la noche a la mañana... en un súbdito de los talibanes y éstos: de China y Rusia. El imperialismo Americano ha muerto y con él la OTAN y todos sus socios. 
Realmente, el mundo, ha cambiado para mal. Las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal. Se ha cerrado el círculo celestial. Volvemos a empezar diezmando vidas... hasta que nos vuelvan a echar.

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