martes, 12 de diciembre de 2017

qué hace Israel en la Patagonia

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Dueño de 175 empresas, entre las que se cuentan varias cadenas de restaurantes y el club de futbol británico de Tottenham –autoproclamado «Ejército de los Yid»– el discreto multimillonario Joe Lewis se dedica a la especulación en el mercado cambiario, junto a su amigo George Soros.
En los años 70 Argentina estaba bajo el control del gobierno británico. Y, por iniciativa del barón francés Maurice de Hirsch, se convirtió en aquel momento en tierra de asilo para los judíos que huían de los pogromos desatados en Europa central. Existía un proyecto, que no era de invasión sino de implantación en la Patagonia.
En 1992 y 1994, dos atentados extraordinariamente devastadores y sangrientos destruyen sucesivamente la embajada de Israel en Buenos Aires y la sede de la asociación israelita AMIA en la misma ciudad. El primer atentado ocurre en momentos en que los jefes de la inteligencia israelí en Latinoamérica acababan de salir del edificio. El segundo atentado, perpetrado contra la sede de AMIA, tiene lugar durante los trabajos conjuntos de Egipto y Argentina sobre los misiles balísticos Cóndor. Durante el mismo periodo estalla la principal fábrica de misiles Cóndor y tanto el hijo mayor del presidente argentino Carlos Saúl Menem como el hijo mayor del presidente de Siria Haffez al-Assad mueren en sendos accidentes. Las investigaciones sobre todos esos hechos son objeto de numerosas manipulaciones.
El fiscal Alberto Nisman se vuelve contra Irán, acusándolo de haber ordenado ambos atentados, y contra el Hezbollah, atribuyendo a esa organización libanesa la realización de estos. La hoy ex presidente Cristina Kirchner es acusada de haber negociado la interrupción de los procedimientos legales contra Irán a cambio de un precio ventajoso para las compras de petróleo. Más tarde, el fiscal Nisman es hallado muerto en su apartamento y Cristina Kirchner es inculpada por alta traición. Pero la semana pasada, como en una obra de teatro, se vino abajo todo lo que hasta ahora se daba por sabido: el FBI entregó análisis de ADN que demuestran que el presunto terrorista no está entre los muertos así como la presencia de un cuerpo no identificado. Conclusión: al cabo de 25 años, no se sabe absolutamente nada sobre los atentados de Buenos Aires. Reino Unido e Israel emprenden un nuevo proyecto en la Patagonia.

El multimillonario británico Joe Lewis adquiere inmensos territorios en el sur de Argentina y en el vecino Chile. La extensión de sus tierras allí cubre varias veces la extensión territorial de todo el Estado de Israel. Esas tierras se hallan en el extremo sur del continente, en la Tierra del Fuego. Incluso rodean el Lago Escondido, impidiendo el acceso al lago, a pesar de una decisión de la justicia argentina.
El multimillonario británico ha construido en esas tierras un aeropuerto privado, con una pista de aterrizaje de 2 kilómetros, capaz de recibir grandes aviones de transporte, tanto civiles como militares.
Cada año, entre 8 000 y 10 000 soldados israelíes pasan 2 semanas de “vacaciones” en las tierras del multimillonario Joe Lewis.
Si en los años 1970, el ejército argentino señaló la construcción de 25 000 alojamientos –vacíos–, dando lugar al mito del plan Andinia, hoy parece que se han construido cientos de miles más. Es incluso imposible verificar el estado de realización de esos trabajos, por tratarse de tierras privadas y porque Google Earth neutraliza las imágenes satelitales de esa zona, procediendo así exactamente como lo hace con las instalaciones militares de la OTAN.
Mientras tanto, el vecino Chile ha cedido a Israel parte de una base militar que posee en la zona. Allí se han cavado túneles para facilitar la vida ante los rigores del invierno polar.

¿Qué está pasando en la Patagonia?

Joe Lewis, el verdadero patrón de la Patagonia

Maneja las fuerzas de seguridad, al intendente y el Concejo Deliberante como si fueran empleados. Aprieta testigos y amenaza a la población. Se queda con tierras fiscales. Retiene los títulos de propiedad de la gente. Se apropia de recursos públicos. Corta rutas a punta de pistola.

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