miércoles, 12 de agosto de 2015

ojalá lluevan bombas en setiembre

Ya estoy hasta los mismos de que en las redes sociales, un día sí y otro también, nos estén mentalizando a golpe de ira, pudor y miedo, que nos quieren quitar de enmedio. ¿Es verdad? ¡Como, sí! Pero, no por ello, tenemos que estar asumiendo nuestros pedos lacrimógenos y que se note en el calzón. Si tanta razón llevamos del apocalipsis venidero, cojamos al toro por los cuernos y lancémonos al ruedo con valentía y decisión. ¡¿Qué nos van a joder...?!, más jodidos imposible. Pero lo evidente es que sus ideas se han convertido en un camino a seguir y lo seguirán hasta el final. Nosotros somos los que no tenemos camino ni ganas de hacer uno y, sin embargo, vivimos sumidos en un ¡ay! que nos convierte en zombis del futuro... Y no digamos de los jóvenes. A quienes les están preparando drogas de nueva generación para atontarles como hicieron con los gipis y su LSD. Ahora la Burundanga, Krocodil, flakka, sales de baño -tambien conocida como la droga canibal. Toda una amalgama de sustancias y colores para que nuestros hijos se puedan tirar desde los balcones al suelo sin ningún tipo de pudor. Así nos va. No hace falta que esperemos a septiembre para que nos llegue la bomba atómica que nos borre del mapa. No. Poco a poco irán consiguiendo que la gente muera con nuevas enfermedades de laboratorio. Y si no consiguen mermar la población así, introducirán algún insecto, mosquito o lo que sea, para que nos vayamos pudriendo por dentro, con buen color por fuera. Como la fruta.

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