Jaimito llegó un día de la escuela y encontró a su pollito que tenía como mascota tirado en el suelo con las patas apuntando hacia el cielo. Cuando su papá llegó a casa le explicó que el pollito había muerto y que sus patitas apuntaban hacia Dios en el cielo. Jaimito se quedó tranquilo con la explicación y junto con su padre enterraron al pollito. Dos semanas después el papá llegó a casa del trabajo y Pepito corrió a recibirlo gritando:
“Papá, papá, por poco perdíamos a mamá hoy.”
“Qué dices, Jaimito.” “Sí papá, cuando llegué de la escuela, mamá estaba acostada en la cama con las piernas apuntando hacia el cielo y gritando, ‘Dios mío, Dios mío’. ¡Si no hubiera sido por el tío Joaquín que estaba encima de ella deteniéndola seguramente se nos hubiera ido!”
martes, 30 de marzo de 2010
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