jueves, 11 de marzo de 2010

el cielo y la tierra se complementan: son lo mismo.


El ser humano la poca y única voluntad que tiene es estando en vigilia, cuando está con los ojos abiertos. Después de eso su voluntad pertenece a la Voluntad del planeta y se nace y muere con relación de complicidad o compromiso entre los que van a ser padres y los que van a ser hijos. Sólo se nace cuando hay ese compromiso entre unos padres que aceptan al ser que van a tener y la voluntad de ese ser con las condiciones idóneas para su evolución interior. Esa Voluntad, con mayúscula, es la que permite el nacimiento. Es por un impulso de voluntad que ha llegado el momento de nacer. Este momento de nacimiento puede ser más largo o más corto conforme el individuo por nacer tenga ese deseo de voluntad de evolución. Así que, el “cielo”: dimensión etérea, como contenedor de almas en proceso de evolución, necesita de la dimensión terrestre como colegio de aprendizaje evolutivo. Por tanto, se nacerá y morirá…, no con la voluntad del individuo, sino con la Voluntad del mundo sutil terrestre. Cuando alguien da muerte a otro individuo, es necesaria la mano material que genere ese genocidio, pero hay enseñanzas más sutiles y espirituales que necesitan de ese acto para evolución de ambos seres, tanto el que hace o realiza la acción como el que la recibe.
Dentro de una ley terrestre, este acto es delictivo cargando el actor con una culpa, una sentencia, que le cataloga como el acto que ha hecho, pero no con la Voluntad que ha permitido que pasase. Siempre ha tenido que haber una conexión entre el asesino y el asesinado para que en el plano físico se realice ese acto. Nada se cumple si no está asimilado, comprometido o escrito.
Aquí, gracias a quien sea, el individuo no tiene, Poder, Voluntad, suficientes para cambiar nada que no tenga que ser cambiado. Y sin embargo son esenciales todas las almas para que existan todas las dimensiones de las que vivimos y fluímos, y la Tierra es lo suficiéntemente grande para acoger a toda la unidad de almas que tiene el Cielo. La Tierra y el Cielo se complementan, porque ambos lugares son lo mismo.

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