jueves, 5 de marzo de 2020

Urdangarín, tajante,

se niega a abandonar la cárcel. Con los tres días que le dan para hacer voluntariado ha dicho que tiene bastante. Es más, ha intentado que la hermana del Rey pruebe unos días allí metida. Una habitación con vista a la montaña. Yacuzzy, spa, piscina olímpica, camarero propio, un negro para que le escriba el libro... Se encuentra mejor que en su casa de Suiza y eso que estaba acompañado, siempre, de varios guardaespaldas policías que le llevaban en palmitas. Claro está que nuestro esfuerzo compensaba la proporción de los cuidados que le propiciaban los muchachos. Total, ahora no tienen por qué cuidarle mucho puesto que los que intentaron matar a su suegro, ahora, son amigos del gobierno de turno. Ahora bien, quien decide quién vive y muere, de Felipe para arriba, pertenece a Iglesias. La cosa y casta es seria. No me fiaría mucho. En la cárcel, Urdangarin, se encuentra fuera de todo peligro. Al principio tuvo algún que otro achuchón con las presas por el tema del uso privativo del muñeco ortopédico. Finalmente decidieron que no era para tanto y le dejaron en paz. Pasando a sus labores lésbicas.
Toda la casta pública en mazmorras. Vaya gentuza por metro cuadrado. Y suman y siguen con algún que otro lío en el fútbol y sus dirigentes.

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